La asignatura Composición I se propone como un espacio de producción y reflexión que busca proporcionar a los alumnos herramientas, técnicas y procedimientos en un campo específico inserto en la carrera de formación de grado de la Licenciatura en música con orientación en Composición. Esta asignatura articula horizontalmente con las demás asignaturas del año, y verticalmente con los años subsiguientes de la perspectiva (Composición II, III, IV y Tesis de grado). Se busca propiciar la creación artística concebida como un conjunto de prácticas y saberes que aspira llegar a la realización sonora en el encuentro con el público1. En todos los aspectos que tal desafío supone, la reflexión sobre la propia práctica es una guía constante.
Esta interdependencia entre reflexión y prácticas define una praxis, vale decir, un proceso dialéctico2 puesto en acto en un ámbito común de trabajo de taller y que comprende diversas instancias teórico prácticas: desde la formalización del docente y la recepción de una consigna por parte del alumnado hacia la gestación de una idea musical individual, su fundamentación y elaboración para la codificación de una partitura y la producción y ensayo hacia la ejecución; el registro sonoro o la puesta en escena.
Paralelamente en las aproximaciones al análisis musical y las audiciones de obras de repertorio, los alumnos serán introducidos en el uso de herramientas de análisis como recursos para la comprensión de una obra dada, teniendo en cuenta su marco histórico, estético y estilístico y que permita posteriormente un autoanálisis, es decir intentar una mirada y escucha “otra” del propio trabajo. Estas prácticas creemos constituirán un valioso aporte para la producción musical individual, teniendo siempre presente que las obras analizadas no constituyen de modo alguno y en ningún caso, un modelo a seguir.
Creemos importante destacar que el trabajo tendrá por eje directriz a la composición siendo atravesada constantemente por el análisis y la crítica de las obras a la luz de la producción propia. La organización curricular y la metodología del trabajo en el aula se funda siguiendo los ejes de la epistemología benjaminiano-adorniana- la formación de constelaciones de conceptos que iluminan un conjunto de saberes y prácticas alrededor de un objeto –la obra- y que tiene por finalidad descubrir las tensiones, divergencias, continuidades y complementariedades que éstos implican. Estas constelaciones en tanto globalidades pero no universales, pretenden interrogar acerca de problemas que atraviesan las prácticas actuales en la propia singularidad y que, al margen de tener un tratamiento teórico general en clase, pueden volver a partir de las necesidades específicas y concretas de un alumno.
En última instancia nos convoca la pregunta ¿Que implica hacer arte aquí y ahora, en nuestro caso –componer- es decir, hacer música desde nuestra propia situacionalidad? Acercarnos a esta problemática nos convoca a un conjunto de preguntas y problemas muy diversos, desde la téchne [técnica] como rasgo sobresaliente en la producción artística y la configuración y selección de los materiales, medios y dispositivos que buscamos utilizar; al tiempo que encontramos la relaciones de continuidad o antagonismo y ruptura entre las diversas tradiciones heredadas3, las tecnologías y la Historia4, en otras palabras la tensión que implica lo actual.
Hoy, aquí, nos encontramos lejos de una mirada unívoca, por el contrario, desde Sudamérica, la praxis artística nos convoca a un lugar que implica una multiplicidad de miradas y enfoques en permanente transformación y desarrollo.
1 Considerando que no hay fenómeno artístico sino hasta la recepción de un “otro” en tanto público, es decir un sujeto que interpreta la obra.
2 En tanto no representa una linealidad única sino a veces marchas y contramarchas para la consecución de una obra concluida, una “espiral dialéctica” del proceso creativo.
3 Tradiciones delineadas en torno a lo local y lo universal.
4 Como sostenía Mariano Etkin, el objeto de la música es su historia.