Sobre Martín Isturiz

El 15 de febrero pasado se publicó en Notas de periodismo popular un texto escrito por Eduardo Díaz de Guijarro a raíz del fallecimiento de Martín Isturiz, el cual compartimos en todos sus términos y por ese motivo reproducimos ahora en nuestro blog. Eduardo es físico y coordina el programa de Historia de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA. El enlace original a la nota publicada puede accederse desde aquí: https://notasperiodismopopular.com.ar/2019/02/15/ciencia-tecnologia-martin-isturiz-responsabilidad-social-estado/

Ciencia y tecnología: Martín Isturiz y la responsabilidad social del Estado

miPor Eduardo Díaz de Guijarro. El domingo 10 de febrero falleció Martín Isturiz, investigador superior del CONICET especializado en inmunología e incansable luchador por la defensa de la ciencia y la tecnología al servicio de las necesidades sociales.

Su trayectoria científica fue brillante. Hasta poco antes de su muerte trabajó en la Academia Nacional de Medicina, publicó una enorme cantidad de artículos sobre su especialidad, dirigió investigadores y tesistas y fue presidente de la Sociedad Argentina de Inmunología y de la Sociedad Argentina de Investigación Clínica.

Conocedor profundo de las ciencias de la salud y del sistema científico y tecnológico argentino, Isturiz comprendió el enorme potencial de que dispone nuestro país en esas áreas, pero también reconoció y denunció con admirable perseverancia las carencias que sufrió y sigue sufriendo nuestra sociedad por su escaso aprovechamiento.

Junto con otros investigadores formó en 2002 el Grupo de Gestión de Políticas de Estado en Ciencia y Tecnología. Su documento fundacional plantea el carácter estratégico del desarrollo científico y tecnológico para el crecimiento del país y el bienestar de sus habitantes, y propone una política de Estado de largo plazo basada en “la solución de las diferentes demandas sociales y las necesidades estratégicas como país”.

Desde entonces, Martín Isturiz fue el principal artífice y redactor de las más de cuatrocientas gacetillas que el Grupo de Gestión envió a lo largo de dieciséis años a numerosos destinatarios, desde la Presidencia de la Nación y los ministerios del área hasta miles de funcionarios, políticos, investigadores y particulares interesados en esta temática. En cada una de esas gacetillas se analizaban las novedades, los avances y los retrocesos de las políticas científicas en nuestro país, remarcando la mayoría de las veces las promesas incumplidas por los sucesivos gobiernos y el enorme despilfarro de fondos utilizados en pagos a empresas privadas, generalmente multinacionales, para adquirir productos que podrían fabricarse en el país a un costo muy inferior.

Ya desde 2006, el Grupo de Gestión planteaba, bajo el título de “Ciencia sin cabeza”, que a pesar de que en la Argentina una ley creó el Gabinete Científico Tecnológico para establecer las políticas en C y T, ese organismo no impulsaba proyectos estratégicos y, de hecho, en la práctica sus miembros ni siquiera se reunían. Mes tras mes y año tras año, las gacetillas del Grupo de Gestión alertaban sobre esos problemas, haciendo particular hincapié en el tema de la Producción Pública de Medicamentos (PPM).

En un artículo publicado en la revista Industrializar Argentina en julio de 2014, Isturiz sintetizó sus opiniones al respecto. Luego de afirmar que si la salud es un derecho el medicamento es un bien social, el artículo explica las enormes ventajas de producir medicamentos aprovechando la capacidad instalada en los laboratorios públicos existentes, que en esa fecha eran 39. Desde 2007 existía la Red Nacional de Laboratorios Públicos (RELAP) y desde 2011 la ley 26.688, que promueve la investigación y producción pública de medicamentos, vacunas y productos médicos. Pero muchos productos que podrían fabricarse en los laboratorios públicos se seguían comprando a empresas privadas o se importaban.

La ley 26.688 tardó tres años en ser reglamentada, lo que refleja el poder de lobby de los laboratorios privados que, según el mismo artículo, entre 2003 y 2012 aumentaron sus ventas un 377%.

La propuesta de Isturiz, aunque su mayor preocupación se centraba en los medicamentos, abarcaba el conjunto de la ciencia y la tecnología con respecto a las necesidades sociales y económicas del país.

Uno de sus documentos clave fue firmado junto con otros investigadores de la Multisectorial de Ciencia y Tecnología en 2012 y actualizado en diciembre de 2015: “Políticas en Ciencia y Tecnología (2003 – 2015)”. En sus dos primeros capítulos se señala que la actividad científica y tecnológica fue jerarquizada en esos años y se dotó de mayor presupuesto a sus organismos, pero aun cuando esa política superó a la de gobiernos anteriores, se priorizó la vinculación con el sector privado y hubo escaso desarrollo de proyectos públicos. El capítulo final contiene un amplio listado de propuestas, en áreas tan diversas como salud, biomedicina, agro, pesca, industria, medio ambiente, minería, economía y otros temas multidisciplinarios.

Luego del cambio de gobierno en 2015, la situación que Isturiz denunciaba se acentuó, a pesar de las promesas gubernamentales y de la verborragia de algunos funcionarios. La ciencia y la tecnología fueron desfinanciadas hasta niveles pocas veces vistos en nuestro país, mientras crecen la especulación financiera y el endeudamiento externo.

Una de las últimas gacetillas que envió este incansable luchador que hoy despedimos, en abril de 2018, llevaba como título “El asco y la náusea”. Esas eran las sensaciones que le provocaban no solo la falta de apoyo del gobierno de Cambiemos a las posibilidades científicas y tecnológicas del país sino la forma en que se institucionalizaba en ciertos contratos con empresas privadas “una manera de robar, aunque legalmente”.

La muerte de Martín Isturiz deja un gran vacío entre quienes peleamos por un futuro más justo para nuestra sociedad. El mejor homenaje que podemos hacerle es no bajar los brazos y seguir su ejemplo.

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