Ser estudiante hoy -Parte 1


 Ser estudiante universitario hoy

 Por Manuela Orbe, Guadalupe Orgeira, Marí­a Laura Palladino, Marí­a Paula Saba y Lautaro Veloz

  La etapa de transición entre la educación secundaria y superior es, para los estudiantes argentinos, un proceso complejo y bastante duro de asimilar que involucra diferencias tanto a  nivel educativo y  social como también  en el ámbito  personal, individual y propio de cada uno.

  Una de las diferencias más marcadas es la complejización de las relaciones interpersonales en el espacio áulico, ya que el ingreso al nivel superior implica lidiar con la impersonalidad de las relaciones sociales en un contexto multitudinario. Aun así­, los procesos de socialización que se dan en este ámbito son muy ricos. Hallamos personas de diferentes lugares, con distintas culturas, nivel socioeconómico y gustos e intereses respecto de los nuestros. Para muchos ingresantes, el proceso de conocer al otro es muy difí­cil, pero siempre, en alguna etapa de la carrera, todos lo logramos y nos enriquecemos con esas relaciones.

  Además, generalmente, la metodología del nivel secundario tiende a fomentar en los alumnos una actitud pasiva frente a los contenidos, y la organización de sus planes de estudio no suele proveer los conocimientos necesarios que propicien el ingreso a la universidad. Sin embargo, en el pasaje al nivel superior la profundización de contenidos demanda un cambio en nuestra autopercepción como estudiantes, debido a que se espera que tomemos un rol activo frente a los conocimientos y los abordemos de manera crítica, lo que hace que la experiencia universitaria sea más enriquecedora.

  Un factor fundamental para nuestra constitución como sujetos universitarios es el desarrollo de la responsabilidad. Si bien la capacidad de ser responsable comienza a adquirirse desde nuestros primeros años de vida, en la universidad nos enfrentamos a situaciones en las que podemos perder una materia por un acto de irresponsabilidad, por lo tanto, la adquisición de esa capacidad se acelera. Tenemos que hacernos cargo de adquirir todo el material de estudio necesario, organizar horas diarias de estudio para evitar tener que leer todo a último momento, recordar fechas de entregas y parciales, solicitar horarios de consulta con los profesores, recordar anotarnos a las materias y finales a tiempo y muchas otras tareas más.

  Es cierto que estas responsabilidades no son muy distintas de las que correspondían a alumnos de épocas anteriores; las dificultades actuales, tal vez, recaen en el hecho de que las nuevas tecnologías se han transformado en un arma de doble filo; son, a la vez, ventaja y distracción, y la inmediatez que suponen nos ha acostumbrado a obtener una respuesta rápida a todas nuestras actividades  y a buscar la confirmación instantánea de nuestras conductas para reforzarlas.

  Estas son algunas de las realidades a las que nos enfrentamos los alumnos en la actualidad a la hora de cambiar de nivel educativo y consolidar nuestra identidad universitaria.  En el próximo artí­culo exploraremos en más detalle el papel que juega el desarrollo tecnológico en nuestra vida académica.

 

 

 

 

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