
Se identifica la situación de violencia de género en el hogar como un contexto de exposición de los niños y las niñas a un tipo de violencia que tiene unas consecuencias negativas sobre su desarrollo psicoemocional y supone una violación de sus derechos y a su interés superior. Es en el hogar, marco de las relaciones familiares, donde más frecuentemente y oculta a los ojos de la sociedad, se infringe este tipo de violencia.
La exposición a la violencia de género tiene un impacto negativo evidente en la vida, el bienestar y el desarrollo de los niños y las niñas. Para considerarlos víctimas no es necesario que la sufran directamente. Presenciar la violencia ejercida contra sus madres o el hecho de crecer en un entorno en que la desigualdad entre el hombre y la mujer se expresa de manera violenta, les convierte también en víctimas.
Es por ello que, los niños y niñas en esta situación requieren de una acción más específica, ya que muy a menudo no son reconocidos como víctimas del impacto psicológico de su experiencia; ni como posibles futuras víctimas; ni como elementos de una cadena de reproducción de la violencia. Y sólo considerando a estos niños y niñas como a víctimas que son, se podrán modificar y superar las alteraciones físicas, psicológicas, cognitivas y conductuales que padecen.Hay diversas formas en las cuales los niños y niñas se ven expuestos a este tipo de violencia:
Perinatal: violencia que ejerce el hombre hacia la mujer embarazada.
Intervención: violencia que sufre el niño o la niña al intentar proteger a su madre.
Victimización: el niño o la niña se convierte en objeto de violencia psicológica o física en el transcurso de una agresión a la madre.
Participación: colaborar en la desvalorización hacia la madre.
Testificación presencial: el niño o la niña ven la agresión del padre hacia la madre.
Escucha: se percibe la agresión desde otra habitación.
Observación de las consecuencias inmediatas a la agresión: ven cómo ha sido herida su madre, cómo ha quedado el lugar donde ha sido agredida o ven llegar a la Policía o la ambulancia.
Experimentación de las secuelas: al vivir los síntomas de su madre, la separación de sus padres o el cambio de residencia, por ejemplo.
Escucha de lo sucedido: presenciando conversaciones entre adultos.
Desconocimiento de los acontecimientos: al haber sucedido lejos de los niños o las niñas.
En un solo episodio violento, el hijo o la hija pueden vivir varias de estas categorías así como a lo largo de la historia de violencia.
Consecuencias de la violencia de género en los niños y las niñas
Vivir en una familia donde la madre es maltratada significa estar expuesto a situaciones de opresión y control y a un modelo de relación basada en el abuso de poder y la desigualdad.
Para un desarrollo emocional y social adecuado es necesario el fortalecimiento de vínculos afectivos libres de violencia. Algunos de los efectos que provoca la exposición a la violencia de género dependen de una serie de factores que deben ser tenidos en cuenta: el tipo de violencia, la intensidad y la duración de la misma, así como la edad, el sexo, el grado de exposición y el nivel de desarrollo psíquico y emocional del niño.
Según el “Informe sobre violencia contra los niños y las niñas, Naciones Unidas, 2006”, experimentar violencia en la infancia temprana también aumenta el riesgo de victimización posterior y la acumulación de experiencias violentas.
Ideología sexista del hombre que ejerce la violencia de género
Además de los daños que provoca en hijas e hijos la exposición a la violencia de género, hay otro efecto sobre estos/as que deberían alertarnos: la transmisión a hijas e hijos de la ideología sexista y violenta que sustenta el hombre que ejerce violencia de género.
La violencia de género no es una finalidad, es una herramienta que el hombre que la ejerce emplea para imponer a la mujer su ideología sexista.
El hombre que ejerce violencia de género suele transmitir esa ideología a hijas e hijos, provocando que desarrollen creencias y valores asociados a la violencia de género, aprendiendo la utilidad de la violencia para la resolución y afrontamiento de conflictos y asumiendo el modelo de desigualdad entre géneros, de dominio para los hombres y de subordinación para las mujeres.
Es por ello que debemos identificar a los niños/as e hijos/as como víctimas de la violencia de género, porque ellos/as dependen emocionalmente de sus cuidadores y porque la violencia ejercida contra la madre tiene consecuencias sobre su desarrollo. El Estado debe intervenir en todas estas situaciones de forma integral, garantizando el acceso a la justicia, abordando la responsabilidad subjetiva del hombre que ejerce la violencia; garantizando los derechos de las mujeres víctimas de violencia de género, atendiendo a las condiciones económicas y sociales subyacentes ligadas a la violencia; y tomar aquellas medidas adicionales específicas para atender a las necesidades de los niños/as, de acuerdo al desarrollo de un nivel de vida adecuado, su salud mental y psicoafectiva.
En este marco, es que los interpelamos a todos a ser parte de abordajes preventivos que propicien la generación de espacios críticos y reflexivos en los cuales los/as jóvenes y niños/as puedan expresarse,y poner en tensión aquellos discursos sexistas, practicas violentas donde prime el abuso de poder, cultural/económica y social mente arraigadas, así como a las consecuencias y efectos en el desarrollo de las personas en el trascurso de su infancia, adolescencia y vida adulta. Poder pensar nuevas masculinidades diferentes al modelo hegemónico imperante, y promover el buen trato y cuidado en las relaciones interpersonales afectivas.
Biografía: Save the Children “Manual de atención para los niños y niñas de mujeres víctimas de violencia de género en el ámbito familiar”. Save the Children, Febrero de 2011 «EN LA VIOLENCIA DE GÉNERO NO HAY UNA SOLA VÍCTIMA Atención a los hijos e hijas de mujeres víctimas de violencia de género». Children who Witness Domestic Violence, informe de Carina OHLSON a la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, 2010.