Escala 2.

Para analizar el devenir del paisaje en relación a las grandes infraestructuras, tal como planteamos en el título del proyecto, la variedad de cuestiones que proyectos y obras proponen van desde los cambios en la navegación, de los dispositivos portuarios, de los puentes, de las costaneras; la experiencia de los habitantes asu vera; las representaciones simbólicas del río, en la cartografía en la poesía, en las artes visuales. No es posible olvidar que el tema del río constituye un tema clásico, especialmente convocante en la lírica romántica, cuyo polimorfismo desafió la representación pictórica decimonónica, y cuyo recorrido sugirió frecuentemente el hilo de poderosas narraciones. El Paraná, por ejemplo, constituyó un personaje dominante en el poemario de Juan L. Ortiz, así como motivo recurrente de la escuela paisajística santafesina; la novela latinoamericana en el siglo XX, como ha sido dicho, puede considerarse hija de la experiencia de los grandes ríos, tanto en el sentido temático como en su desbordante y sublime carácter.
Sin embargo, poseemos escasos modelos de narración geohistórica que incluyan en sus consideraciones el mundo de la cultura visual y la representación literaria –de él se ocupan, también, especialistas-, y aún menos textos que coloquen en relación dispositivos técnicos, planes políticos y representaciones sensibles. Podemos recordar algunas referencias clásicas, como la Historiade un arroyo de Eliseo Reclus, cuya experiencia en el Amazonas le permitió identificar los contrastes entre los grandes ríos sudamericanos y la pequeña dimensión de los europeos, centrándose así, como motivo cultural pero también material, social y económico, en la historia de un arroyo ideal para comprender el mundo europeo, siguiendo su curso como se sigue una narración. Más cercanamente, El Danubio de Claudio Magris, originalmente un encargo para pensar la cuestión del turismo, puede considerarse uno de los ejemplos más destacados de esta literatura. La clásica personificación de los cursos de agua permite entenderlos como actores –actantes en la versión semiótica- sin por ello reducir la acción humana al mundo de la pura necesidad. En esta vena ensayística que tanto ha contribuido a romper los preconceptos que ataban a las disciplinas sociales, la biografía de los ríos, asi como los motivos del agua en general, fue ampliándose en relación a la expansión del tema del paisaje en los estudios culturales. También en clave de historia cultural del paisaje fueron reinterpretados los relatos de los viajeros naturalistas –marcados, desde el siglo XIX, por la experiencia humboldtiana-; ellos aún constituyen los cuadros más vitales y fértiles para construir un modelo comprehensivo. En fin, en los últimos años han comenzado a producirse investigaciones históricas que, parcial o panorámicamente, enfocan los ríos articulando diversas dimensiones, sin obviar las cuestiones que remiten a la eficacia tecnológica, a la viabilidad concreta, a la pura materialidad. Es el caso de Mississippi Floods: Designing a Shifting Landscape, en el que imágenes, prácticas sociales, transformaciones técnicas y productivas, pasado y presente, son abordados en sus múltiples articulaciones. El panorama bibliográfico sudamericano es disímil. En Brasil, la bibliografía sobre los ríos americanos se ha renovado sustancialmente -apoyada ciertamente en una sensibilidad antropológica abonada durante el siglo pasado, desde Levy-Strauss a los varios discípulos de Franz Boas. Podemos citar, como ejemplo, el libro de Victor Leonardi Os historiadores e os rios. Naturaleza e ruina na amazonia brasileira, producto de un trabajo del investigador en el área del rio Jaú, afluente del río Negro, un trabajo de articulación entre ecología, vida de las poblaciones ribereñas, impacto de la economía global y derivaciones en el imaginario del área. El trabajo se mueve en la larga duración, sin eliminar de la «Historia» los periodos precolombinos; se apoya en las contribuciones de la etnogeografía, de la ingeniería forestal, de la ecología, de la economía política, poniendo en entredicho muchos lugares comunes sobre el imaginario amazónico. Pero la mayor parte de la literatura histórica sobre el paisaje fluvial se orienta más al estudio de las construcciones discursivas, aun cuando aparecen confrontadas con el espacio histórico de referencia (vg el ya citado Amazonia. As voces do rio, de Ana Pizarro, o A pátria geográfica. Sertão e litoral no pensamiento social brasileiro, de Candice Vidal e Souza).
Menos variada resulta la bibliografía en castellano que enfoca el eje fluvial Paraná-Paraguay, en el que centraremos nuestros casos particulares de estudio. Más allá de la investigación empírica orientada a la resolución de cuestiones concretas, sólo escasos textos han enfrentado la densidad sociocultural de los problemas que propone el eje fluvial. Como en la literatura en portugués, la inflexión en estudios culturales con sesgo histórico es la que ha contribuido más en la creación de una imagen comprehensiva de este sector fluvial, especialmente a través de la crítica e interpretación de la literatura de viajes. Pero, como hemos notado en el encuadre teórico, esta perspectiva tendió a relegar la exterioridad de las cosas ante las representaciones simbólicas.Deben subrayarse, sin embargo, algunas excepciones. La primera constituye una referencia clásica en los estudios sobre el Paraná: nos referimos a Paraná, pariente del mar (1973), empresa colectiva de la biblioteca rosarina Constancio C. Vigil, que reunió en un magnífico volumen estudios arqueológicos, geográficos, técnicos, sociológicos, literarios y estéticos. Ineludible como fuente secundaria, testimonia sin embargo los límites de la visión «interdisciplinaria» de entonces: los diversos artículos son planteados desde muy diversos enfoques, dejando librado al lector la posibilidad de articulación. La misma jerarquía de los textos induce a considerar la esfera cultural separadamente, como ornamento de interés, aunque no indispensable, para considerar el futuro de la cuenca. Más recientemente, un empeño más acotado geográficamente en el mismo sesgo, fue desarrollado bajo la dirección de Juan Manuel Borthagaray, El Rio de la Plata como territorio. Excéntrica a estos enfoques, señalamos la Biografíadel Paraná de Miguel Albornoz (1997), publicada en la colección El elefante blanco (cuyo catálogo abunda en publicaciones aggiornadas de viajeros, constituyéndose en referencia fundamental para los estudios culturales del territorio en la década del 90). Tal vez por la formación periodística del investigador ecuatoriano, que ocupó también relevantes cargos políticos en su país y en organismos internacionales, el ensayo se mueve libremente entre las consideraciones propiamente geohistóricas, y un largo presente marcado por el aprovechamiento hidroeléctrico de los ríos de la cuenca, los tratados internacionales (entonces, el MERCOSUR), y las conexiones multimodales del transporte. Aun estos textos ambiciosos se detienen en las fronteras nacionales, una vez abandonada la descripción de la geografía física, mientras excepciones comoNas aguas do Prata, el hermoso estudio acerca de la vida de los trabajadores fluviales de V.W, Neto de Oliveira, se ciñen a la problemática específica. Pasemos, entonces, a recapitular la cuestión bibliográfica en referencia al segundo registro escalar que proponemos investigar en este ambicioso programa: la hidrovía Paraná/Paraguay, enfocada primordialmente en su tramo inferior. Escaso exotismo avala el interés internacional en este tramo del canal sudamericano, a diferencia de la seducción de las intangibles áreas amazónicas. El Paraná viene funcionando como hidrovía, en sentido literal, desde los tiempos anteriores a la conquista –por allí bajaron en canoas los guaraníes-, pero desde fines del siglo XVIII y durante el XIX el comercio fluvial se intensificó, llevando río abajo las mercaderías del Paraguay, del Alto Perú, y luego de las provincias confederadas mas alejadas del estuario del Plata. Los problemas de navegación en el Plata y en el Paraná, sumados a la escasez de cartas confiables, comenzaron hacia 1860 a hallar vías de solución, paralelas a la introducción de la navegación a vapor –el gobierno bonaerense importa las primeras dragas; se proponen los primeros proyectos de canalización; y el tema portuario pasa a ocupar un lugar preponderante. El tema fue objeto de la historiografía nacional; en menor medida fue contemplado desde la historia de la navegación en el Plata, vinculada con el movimiento comercial (vg Kroeber). Recién en la década de 1980, la renovación de la historia urbana orientó a los investigadores de ciudades como Buenos Aires, La Plata o Rosario a concebir de manera comprehensiva los efectos materiales y simbólicos de las obras y dispositivos tecnológicos que acompañaban el desarrollo de la navegación, articulada con el transporte ferroviario y caminero (vg. Javier Fedele, El rio en la ciudad del Plan (2011)

El estudio de los planes técnicos estuvo eminentemente orientado al tema urbano, sólo asomándose eventualmente a la lógica territorial. Carecemos aun de una historia comprehensiva de las tecnologías locales vinculadas con el mundo fluvial, aunque algunos estudiosos de la historia de las ciencias y las técnicas, como Susana García, han centrado sus investigaciones en temas afines, como los recursos pesqueros o los
levantamientos hidrográficos. Tampoco existen trabajos acerca de aspectos sociales claves vinculados con el transporte de personas en los vapores de línea -cuya marcada decadencia durante el primer gobierno peronista culmina en su interrupción durante la última dictadura militar. Esto dejó sin un medio de transporte económico a aquellos migrantes que alcanzaban las grandes ciudades desde el interior continental, aisló a muchas poblaciones ribereñas, especialmente las del Paraná medio, que vivían del intercambio fluvial, y destruyó una típica ruta turística –la preferida por los novios en su luna de miel. Finalmente, es necesario señalar que la imposibilidad de experimentar el viaje fluvial, por aquellos no dedicados al deporte náutico, implica cancelar dimensiones completas del paisaje paranaense: experimentar el paisaje desde el río, a la escasa velocidad del barco, no es igual que mirar desde la tierra, a la velocidad del auto, o desde el avión, cuando solo importa el punto de partida y el de llegada. Indudablemente, es otro paisaje el que percibimos en el viaje en barco: los obstáculos del territorio acuático, en lugar de ser tomados como tales, nos dan la verdadera medida del espacio. En este plano tanto material como simbólico, continúan siendo referencias claves para la comprensión del paisaje fluvial las producciones literarias (pensamos en Juan L. Ortiz y en Juan José Saer) y pictóricas (la escuela santafesina), así como los estudios críticos que sitúan en este ámbito fluvial la posibilidad de su emergencia. La contribución de la geografía, especialmente en las tendencias que analizan la producción cartográfica como construcción simbólica, acentuando las relaciones entre visualidad y lenguajes científico-técnicos, ha resultado central para reunir los diversos aspectos que la vía paranaense convoca. En este sentido, la participación activa del grupo interdisciplinario sobre «Lo visual en geografía: los usos de imágenes como dispositivos de visualización en la tradición del pensamiento geográfico y en diversas prácticas sociales contemporáneas»,con sede en el Instituto de Geografia (FFyL/UBA), en el que colaboran varios de los integrantes de este equipo, resulta central no sólo en su aporte para el marco teórico, ya que sus contribuciones se extienden a aspectos tales como el turismo, las relaciones entre construcción cartográfica y definición de las fronteras nacionales, formación escolar de los lugares comunes a través de los cuales se representa «nuestro» territorio. Paralelamente, también es necesario ponderar el trabajo realizado por la inflexión de los estudios culturales ligados a la crítica literaria, en las áreas temáticas relacionadas con la literatura de viajes y con las descripciones del paisaje.