Fundamentos
Nuestro presente es incierto. Pensar la manera de habitar nuestro futuro requiere asumir que tal vez nada será igual. En lo que se denomina » la nueva normalidad» probablemente no volveremos a la condición original, no volveremos a ser los mismos. La ciudad no va a ser la misma. Muchas realidades construidas, también deberán ser repensadas.
Si bien estamos viviendo una situación transitoria, pasada la crisis, muchas condiciones en la vida de la ciudad, van a tener que redefinirse conceptualmente. La ciudad no tiene que dejar de ser compacta, pero la forma de la compacidad va a ser diferente. Esta nueva realidad nos propone un desafío: a pesar del distanciamiento que nos imponen la nueva realidad tenemos que seguir pensándonos como un cuerpo social integrado.
La recurrencia de las catástrofes será probablemente cada vez mayor. Lo demuestran los incendios de grandes bosques, la mutación de los virus, la disminución de los glaciares y algo que nos ha tocado muy de cerca: la inundación de 2013 en nuestra ciudad. Hay que pensar el futuro como una continuidad de esta tendencia. El imprevisto es más frecuente y se ha vuelto un factor que nos deja sin respuesta. Hay una predisposición al cambio sorpresivo mucho mayor que en siglos anteriores, transformado en una situación permanente e inevitable que en cada suceso pone en riesgo la vida humana y planetaria. Lo único que podemos hacer es estar preparados.
A pesar que el hombre ha producido una enorme cantidad de conocimiento en estas últimas décadas, mucha de esta inteligencia que teníamos se ha desactualizado frente a los vertiginosos cambios. Debemos generar nuevas ideas para poder actuar en el marco de la incertidumbre. La vivienda, en particular, tendrá que ser redefinida para incorporar nuevas condiciones, programas y tecnologías. El teletrabajo y la distancia social son temas ineludibles a incluir.
Frente a esta nueva realidad histórica, nos planteamos repensar la vivienda que habitamos, generando propuestas para formular la capacidad de adaptación y cambio de una tipología de vivienda, como una pieza pensada en distintos entornos.
El objetivo de este trabajo es generar una mirada crítica y analítica que genere un debate respecto a nuevas formas de vivir. El desafío es abrir el tema para encontrar marcos físicos, organizativos y simbólicos para el ámbito de la vivienda y maneras para resolver las actividades productivas y reproductivas dentro del hogar como parte innegable de la arquitectura doméstica.
- Hasta qué punto la casa es una oficina donde también se duerme y a veces se cocina?
- Hasta dónde es válida la flexibilidad y la indeterminación de funciones?
Estas preguntas están muy vigentes ante la realidad que ha demostrado la pandemia. Ahora bien, si pensamos en una casa verificamos que el anhelo de la vivienda propia en íntima relación con el terreno es algo muy arraigado en nuestro imaginario social, esto conlleva una pregunta: ¿qué modelo de ciudad pensamos a futuro? Evidentemente nuestras poblaciones están en permanente crecimiento y pensar la casa con terreno multiplicada supone una ocupación de suelo agrícola y una suburbanización de la periferia de las ciudades descontrolada.
El debate actual sobre la vivienda y la ciudad, se encuentra centrado en gran parte, en el tema de la densidad y la dicotomía entre ciudad compacta y ciudad dispersa. Lo que sabemos es que con las herramientas con que trabajamos hasta ahora no bastan, debemos redoblar esfuerzos para proponer desde nuestra disciplina respuestas de valor para la sociedad.