Fundamentación 2023

Notas iniciales

Flavio Peresson

I
En este mundo, cada vez menos ancho cada vez menos ajeno del cual formamos parte, venimos asistiendo como espectadores y participes, al extraordinario ímpetu que viene adquiriendo una “experiencia”. Observamos con asombro como circula por esté mundo, como se desplaza por todas las latitudes conocidas sin trabas idiomáticas sin objeciones políticas o morales.
Es que la “experiencia psicológica” (“ep”) ha logrado el ”milagro” de diluir cualquier tipo de fronteras, incluyendo grietas ideológicas y hasta algunas históricas divisiones sociales. La “ep”, se ha transformado en un “instrumento”, por qué no?, fácilmente adaptable, al alcance de cualquiera individuo sin importar ni el estatus, la raza o la religión. Se podría decir que está al servicio del “cliente”. Así lo atestiguan los testimonios de los usuarios felices de la “ep”, así lo han afirmado más de un presidente, príncipes, actores y actrices, deportistas de elite, empresarios premiun, personajes notables y gente común.
Esta experiencia ha renacido en distintos momentos históricos de la mano de eminentes científicos como el fisiólogo alemán Wund, el medico ruso Pavlov (premio
nobel de fisiología en 1904), los psicólogos americanos Watson y Skinner y mas
recientemente con A. Ellis, A. Beck y otro premio nobel (también de medicina, año
2000) como Kandel. Mi criterio, es una disciplina cuyo estatus científico es el re-nacer,
quiero decir que se “fundo” en diversos lugares en distintos tiempos. Lo llamativo de
hoy en día es su reproducción (el marquetinero habla de difusión) en innumerables
propuestas.
Sabiendo que el que clasifica solo ordena lo que ya se sabe y que nada nuevo aporta, pero que clasificar es un remedio obsesivo que tiene cierta eficacia frente a lo variable o lo innumerable o lo incierto, entonces el recurso clasificatorio (reconocer, registrar, ordenar) nos aporta lo siguiente: de las “experiencias psi” que se presentan en nuestro medio como “intervenciones psicocurativas”, nos encontramos, por lo menos, con dos enfoques.


II
Por una parte están lo que podríamos llamar los modernos remedios psicológicos, estos son una sumatoria de intervenciones o de procedimientos que se dirigen a remediar lo psicológico, dando a entender que se trata de un multifacético estado psico/afectivo/mental que acompaña a todo hecho vivible por cualquier ser humano.
Estos remedios vienen precedidos de una constelación de revelaciones inauditas,
de hallazgos sorprendentes, de creencias que desbordan las lógicas conocidas en el campo de las Psicoterapias. Estas revelaciones se derivan de acontecimientos que inspiraron una historia de vida atípica, una vida receptora de revelaciones de un “saber hacer” antisistemico, antiburocrático y sobre todo antiacadémico. Como la destreza “psicocurativa” es el resultado de lo que llamo revelación poco cuenta y poco vale el aprendizaje académico, poco importa si esgrime algún título académico. Siempre se trata de algún ser humano que reintroduce una pizca de misticismo en esta modernidad apagada y desvitalizada, seres humanos que testimonian que han pasado por dos estados opuestos, uno de confusión e incertidumbre y otro de revelación y lucidez.
Esta versión del conocido dicho levántate y anda representa a alguien que ha logrado remediar-se mediante la autoadministración de algún procedimiento en un instante de aura e iluminación. Demás está decir que ese alguien si logra mutar de un padeciente anónimo e insignificante en un “ejemplar que busca el bien del otro”, se transforma en un “experto” que puede dar fe, o dar testimonio que ha encontrado un “remedio psicológico” para arreglárselas con alguno de los enrevesados síntomas de la época. El “experto” puede llegar a ser una figura ejemplar porque ha coronado con éxito ese intento.
Estos expertos en los remedios psicológicos han encontrado su legitimación en un sector del público consumidor (ni paciente, ni enfermo, ni anormal, sino pura y simplemente “ clientes”), afectados de excesos o carencias, que aceptan que para ser subsanados se deben someter a algunos procedimientos que les permitan recuperar el equilibrio y la armonía perdida y, de esa manera, regresar a la normalidad social (o al “delirio de la normalidad”, como bien afirma E. Laurent), pero con una vida regenerada, energética e iluminada.
Estos expertos han dado lugar a una nueva clase social, la de enunciadores de convicciones que no requieren explicaciones. Esta nueva clase está conformada por varias tipologías, como los energizadores, los positivisadores, los estimuladores emocionales, los entrenadores en relajacion, los consteladores, los coatchin, los entrenadores metafísicos, etc y etc. Todos expertos empeñados en darle vida, a pesar de su semblante ultramoderno, al viejo “magnetismo”, a la “sugestión” más silvestre, a la “milenaria imposición religiosa”. También son expertos en inventar nombres o siglas en sintonía con el significante “ultima generación”, probablemente para diluir que se trata siempre de un retorno a las viejas tretas de manipular al otro disimuladamente.

III
El otro enfoque al que hacíamos referencia, lo encontramos en las Psicoterapias,
Académicas, estas se distinguen, a mi criterio por: se enseñan en las instituciones
académicas o profesionales, todas organizaciones avaladas por el Estado, requieren de una habilitación profesional para el ejercicio de la profesión, y una tercera característica, característica fundamental, esas Psicoterapias se fundamentan en un acontecimiento que eclosiono a fines del Siglo XIX, que puso en marcha un nuevo procedimiento curativo (en cierta medida ni ajustado a lo medico ni a lo psicológico) que encontró que el significante “Psicoterapia” era el que mejor representaba esta nueva perspectiva en el tratamiento de las “enfermedades mentales”. Estos nuevos procedimientos tenían un punto en común, que lo podemos sintetizar así: lo “psíquico es el mejor instrumento para curar lo psíquico”. Janet, Breuer, Charcot, Berheim y Freud, fueron los promotores que pusieron en práctica algunos técnicas como la hipnosis, la sugestión, la catarsis, la comprensión, la interpretación, que anudados a la “influencia” del tratante mostraron su eficacia curativa en el tratamiento del síntoma neurótico, hipocondriaco y en algunas manifestaciones delirantes.
En este sentido creo necesario tener presente dos textos, que a mi criterio se los
puede calificar de “iniciáticos, pertenecientes a Berheim, “De la sugestión y de sus
aplicaciones a la terapéutica” (1886), y “”Hipnosis, sugestión, psicoterapia: nuevos
estudios” (1891). Los trabajos fueron publicados en francés y casi de inmediato
traducidos por Freud al alemán. Por otra parte hay un texto de Freud de ese periodo,
“Tratamiento psíquico (tratamiento del alma)” de 1890, que bien se lo puede calificar de continuidad y ruptura. Porque esa calificación?, porque se puede apreciar claramente dos cuestiones: en su enfoque se encuentran algunos conceptos de sus contemporáneos (entre ellos de quienes fueron sus maestros), pero al mismo tiempo sin rechazar esos conceptos se despega de los mismos dándole una complejidad nueva y en cierta manera asombrosa para esa época (ej. el sostén erótico de la relación terapéutica) al mismo tiempo es de una enorme trascendencia, trascendencia teórico-practica que va mucho más allá de las ideas de sus contemporáneos, cuando define que las palabras son el instrumento del tratamiento psíquico. Así “el moderno tratamiento” como lo designa Freud, plantea algunas ideas que tienen mucho en común con las de sus contemporáneos, pero asoman novedades e interrogantes cuyas respuestas no están en ese presente sino en el futuro que construirá el deseo de Freud.
Debemos mencionar que esa nueva perspectiva que fue la Psicoterapia, cuyos primeros concepto teóricos, prácticos y psicopatológicos fueron formulados por los autores mencionados, esa trama de “nuevas” ideas y métodos se referenciaban en esos mismos autores. Quiero decir que esos autores eran el respaldo, el sostén del avance del saber, fueron los que congregaron a los primeros discípulos, y de alguna forma cada uno de ellos era su propia Escuela. Pero con el paso del tiempo, el naciente discurso de la Psicoterapia fue apropiado por la burocracia estatal y destinado a formar parte de las carreras de Medicina (la Psiquiatría) y la carrera de Psicología.


IV
Ahora bien, si consideramos con más detenimiento el panorama de estas intervenciones que se autodefinen como Psicoterapias, el panorama muestra algunas aristas llamativamente complicadas. Decimos esto porque hoy en día nos encontramos con una diversidad de orientaciones que muestran una multiplicidad de técnicas y métodos que dificulta bastante tener un registro que permita identificarlas y distinguirlas una de otras. Pero el punto más importante es que termina resultando sumamente problemático discernir los fundamentos conceptuales que hacen a la pertinencia de cada práctica.
Decimos esto porque los tres paradigmas históricos, Psiquiatría, Psicología y Psicoanálisis, que inspiraron tres métodos de abordaje y tratamiento de la enfermedad mental, ya no son lo que eran. No solo porque sufrieron transformaciones conceptuales que fortalecieron sus prácticas (lo cual es sumamente positivo), sino porque los citados paradigmas están condicionados a responder a los disloques sociales causados por las políticas neoliberales que demandan “terapias” que mantengan a la población equilibrada y adaptada, también están condicionados a las demandas de los laboratorios farmacéuticos, el fármaco se generaliza, que imponen la concepción, muy difundidas por los ideólogos de lo pseudo científico, que lo mental no funciona sin los estabilizadores neuronales. Otro condicionamiento viene de parte de las exigencias empresariales para las cuales las Terapias de su personal deben cumplir con los requisitos, y la supervisión, del área de recursos humanos, que tiene como prioridad resguardar el buen funcionamiento de la empresa, y agregaría otro condicionamiento no localizable fácilmente con una institución o una agencia, por lo tanto más difuso pero sumamente efectivo: el creciente utilitarismo (integración, eficacia, rendimiento) de una ideología que apela a un supuesto ideario propio de la salud mental.
Básicamente nos estamos refiriendo a las imposiciones amenazantes del Neoliberalismo que requiere de una “Psicoterapia eficiente”, rápida, de poca duración, medible. Algunos Estados y muchas asociaciones profesionales frente al temor de perder subsidios o préstamos o espacios en organismos internacionales, favorecen que las Terapias sean instrumentos uniformes que permitan que sean accesibles a las mediciones “internacionales”.
La respuesta que se está encontrando en el campo de las Terapias es una “fusión” entre dosis de “sugestión”, de “autoaprendizaje”, de “condicionamientos emocionales”, combinados con los fármacos que mejor le resultan a los neurotransmisores. Toda técnica Terapéutica debe cumplir con el requisito de ser “objetivable”, porque de esa manera se puede verificar la “corrección” de un padecimiento “mental” (lo subjetivo fue anulado), de manera similar a como se corrigen las fallas de los dispositivos “electromagnéticos” que mas se utilizan hoy en día.
La ideología imperante pretende armar procedimientos “terapéuticos” supuestamente novedosos o innovadores, como un espejo de la “neotecnologia” que la benevolencia despiadada del poder del Norte impone.


V
La diversidad de enfoques, conceptos, métodos que históricamente enriquecieron los debates en el campo Psi. se terminan unificando en “una terapia” acorde al mandato del imperio Neoliberal. Este pasaje de lo plural a lo singular se hace posible apelando a un eslogan que sirve de soporte a las ideas más aplastantes de la era neoliberal, nos referimos al significante “integración/armonía: eficacia». Este significante usado en sobreabundancia en el discurso liberal-posmoderno busca borrar toda diferencia, ya se trate de las especificidades epistemológicas que hicieron de la Psicología de la Psiquiatría y del Psicoanálisis tres disciplinas que en la medida que se diferenciaban unas de otras posibilitaban, justamente por esas diferencias, distintos tipos de diálogos, interlocuciones y controversias. Pero fundamentalmente se busca imponer una cultura, una ideología que va mucho más allá de las Terapias, porque busca modelar la vida social eliminando al “diferente”, porque busca condicionar hasta el goce más íntimo de los sujetos. En relación a este último punto, es notable la difusión cada vez más masiva por Terapeutas del sexo de “juguetes sexuales”, con sugerencias, recomendaciones y explicaciones detalladas para sacarle el mayor provecho posible, es decir lograr con el juguete en cuestión “un orgasmo espectacular”.

(Pensar que en el año 2000 Paul B. Preciado, en realidad aún era Beatriz, público su “Manifiesto contrasexual”, texto que esos años fue rechazado por varias editoriales y prohibido en varias ciudades europeas. En definitiva, gran texto destinado a un público restringido, académico y culto, en el cual Preciado resalta las virtudes del “dildo” como el objeto que mejor representaba a las “tecnologías sexuales“. Extraordinario tránsito de un artefacto enmarcado en una trama de conceptos muy específicos propios de cultos, ilustrados y académicos al circuito de lo común, casi de lo popular)

VI
Retornemos a lo que describíamos como el movimiento de hacer de varias técnicas una Terapia, dicho de manera directa: se procede a “juntar» técnicas, que en el mejor de los casos han demostrado cierta validez en algunas aplicaciones muy específicas. En este sentido, podemos destacar el «rescate» de algunos primitivos, casi prehistóricos, «objetos psicológicos» que fueron elaborados en su momento dentro de las coordenadas propias de lo experimental, como en el caso de la «conducta» con sus “bases en lo neurofisiológico”, como respuestas a los “estímulos” ambientales. Decimos esto porque las autollamadas «terapias de última generación” se caracterizan por: a-tratamientos de la conducta, b- mediante técnicas convalidadas por el «modelo experimental», c- que se correlacionan con una «psicopatología» que se explica a partir de las teorías del aprendizaje. Como sabemos esto remite, entre otros, al neurofisiologo Pavlov, que aporto a la Psicología un perro que producía una secreción que el premio Nobel ruso llamo, con originalidad, “secreción psicológica”.
Leyendo sus folletos y sus manuales se hace evidente que la llamada «terapia Psicológica», única e integrativa, responde a un modelo que hace de la «conducta», la «observación experimentalista» y el «aprendizaje» las razones “científicos” que justifican el porqué de la integración. Es decir que se fundamentan en los restos de un paradigma que tuvo alguna vigencia hace 120 años atrás, que fue cuestionado por la mayoría de las disciplinas sociales y especialmente por las llamadas “ciencias duras” que desecharon al “método experimental” por ser un evidente “obstáculo epistemológico”. (Que quede claro que no me refiero al “reflejo gástrico” de Pavlov que fue un aporte para el esclarecimiento de la fisiología digestiva)
Este trio, conducta, observación, aprendizaje, reaparece en las “Terapias” porque permite “controlar y ajustar” a los seres humanos a los mandatos adaptativos de la sociedad neoliberal. El neoliberalismo ha entendido, mejor que nadie, que homogenizar a los individuos depende mas de “lo emocional” que de las variables económicas.

Podríamos decir, si cabe la expresión, que el sueño de las terapias Psicológicas de convertirse en un dispositivo único y global se hace realidad cuando de todas se puede hacer una, una terapia que pueda ser fácilmente aplicable, sujeta a unos pocos protocolos con indicadores que permitan objetivar el sufrimiento y mensurar los resultados.


VII
Esta concepción no es independiente del ideario utilitarista propio de la ideología que signa nuestro tiempo, en la medida que supone que cualquier técnica Terapéutica tiene algo útil para rescatar, por ende, se suele encontrar con este tipo de planteo: hay un inconsciente psicológico, aunque lo más revelador es la observación del comportamiento, es perfectamente posible la sugestión directa, el cuestionario, la orden y por qué no, un poco de farmacología.
Hacer uso de distintas nociones y metodologías, que como decíamos han demostrado cierta eficiencia en campos de aplicación muy específicos, no han impedido que, por ejemplo, que las terapias conductuales hayan “saltado” alegremente del perro de Pavlov o de la paloma de Skinner al tratamiento de los padecimientos mentales, o que las promocionadas TCC equiparen un comportamiento humano con el del famoso caracol marino de Kandel, (la desdichada Aplysia que a pesar de haber aportado sus neuronas para el otorgamiento del Nobel a Kandel, no fue invitada a la magna ceremonia…).
Esta lógica que correlaciona a algunos “animales” con la vida de los humanos parlantes, correlación extravagante desde cualquier punto vista, lleva a suponer que La Terapia, una y universal, no depende de ninguna especificidad conceptual para legitimarse, por lo tanto, tiene una total autonomía con cualquier marco teórico, y de esta manera su existencia solo depende de los resultados que obtenga.
Su referencia no es lo que se llama la lógica del concepto, la articulación de conceptos y métodos, sino responder a las demandas del mercado, es decir a la lógica de cualquier mercancía, a lo que le resulte beneficioso al poder imperante.
Estas corrientes terapéuticas, que han amputo lo “psíquico”, ahora son Terapias a secas, se sustentan en una idea, simple y delirante pero básicamente reduccionista, que existe la siguiente correlación directa: así como el perro, la paloma, y el caracol están adaptados al orden natural, los individuos deben adaptarse al orden imperante, es decir al mercado, a los ajustes y al rendimiento.


VIII
¿Qué terminan validando esta gama de intervenciones “terapéuticas”? Las respuestas se encuentran de manera manifiesta en algunas de las representaciones más estandarizadas que se presentan en la opinión pública: se trata de obtener algún tipo de mejoría o de alivio a una serie de padecimientos mentales (ya no subjetivos), catalogados y clasificados como “trastornos”, con el fin de que los afectados puedan estar a la altura de los ideales imperativos de la época: estar bien es estar “positivo”, estar en armonía con “uno mismo” para ser cada vez más “feliz”. Este requerimiento plantea el problema de saber cuál es la medida justa de la felicidad, por lo tanto, poder indicarle, si fuera posible, a cada sujeto cuál es su medida, su dosis o su cuota, que le facilitaría una buena adaptación a los mandatos de la época, para vivir sin angustia, sin fallas, en fin, sin síntomas, es decir tener una “formula” de la felicidad seria lo que colmaría de felicidad a los administradores de las intervenciones terapéuticas.
Recuerdo que A. Huxley en 1932 en su novela “Un mundo feliz” describía la horrorosa y siniestra “formula” para conquistar un mundo feliz, mediante la manipulación científica de óvulos, niños y adultos en un espectacular laboratorio provisto de instrumentos y máquinas de última generación. Comenzaba su relato de la siguiente manera: “Un edificio gris, achaparrado, de sólo treinta y cuatro plantas. Encima de la entrada principal las palabras: Centro de Incubación y Condicionamiento de la Central de Londres, y, en un escudo, la divisa del Estado Mundial: Comunidad, Identidad, Estabilidad”

IX
Es por esta razón, que las Terapias más publicitadas han encontrado el sustento
que las legítima en los indicadores de eficacia que proporciona el mercado de la salud
mental. Basta tomar como dato ilustrativo de la subordinación de las Terapias a los
requerimientos del mencionado mercado, lo siguiente: la/s Terapia/s al ofrecerse como
reparadoras de los llamados “trastornos”, lleva que a medida que la diversidad de
“trastornos” aumentan en número, (en los manuales llamados DSM edición tras edición
los trastornos terminan siendo casi incontables) correlativamente aumenta el número de las Terapias. De esta manera las mismas terminan avalando un sujeto humano
fragmentado en trastornos, cada vez mas fraccionado en una diversidad asombrosa de conductas inadaptadas y cada una de ellas transformadas en el “objeto patológico” solo accesible a las Terapias de “última generación”.

X
Un propósito, obviamente no explicitado, de las Terapias de “última generación”, que me atreví a calificar de “terapias disciplinarias”, es lograr que los seres parlantes adopten la posición de “servidumbre voluntaria”, que entre otras cosas es la contracara de las concepciones mas progresistas de la modernidad, que apostaba a la autonomía individual frente al poder patriarcal y autoritario, a lo social incompleto en el cual lo faltante es lo que provoca que algo nuevo se instituya, que algo cambie en lo económico, en la justicia, en el reconocimiento a las diversidades raciales, sexuales, religiosas…

XI
Nuestra perspectiva:
a- Las Terapias muestran una clara finalidad que es la de adaptar y disciplinar a
los seres hablantes, mediante el tratamiento que le brindan a su sufrimiento.
b- Como contrapartida planteamos: el intenso malestar cultural que habita en el
orden neoliberal ha dado lugar a la perdida de los parámetros que orientaban
la existencia humana (para bien o para mal, pero la orientaban) está perdida
(“lo liquido”, “debilitamiento de la función paterna”) ha dado lugar a nuevas
manifestaciones sintomáticas que mas que nunca requieren de una escucha
ética que le permita al sujeto orientarse a partir de aquello que le revela su
deseo.
c- Caracterizamos al campo de las Terapias por su confusión de lenguas,
configurado por la repetición del fantasma de “la torre de babel”, en el cual
se presuponen significados, se relativizan principios básicos, se diluyen
conceptos, no se diferencian técnicas de metodologías.
d- Nos parece necesario una mínima tarea de esclarecimiento conceptual que
nos permita saber e identificar las nociones fundantes de tres disciplinas.
e- Para lo cual vamos a orientarnos en relación a lo que podemos llamar un
retorno a las fuentes.

Nos parece pertinente volver a indagar en los criterios epistemológicos, en las
conceptualizaciones teóricas, en las operaciones técnicas, de algunos de los “marcos
teóricos-metodológicos” que más se implican en la problemática psicoterapéutica, ya
sea porque dieron lugar, históricamente, a la apertura de nuevos espacios teórico-
prácticos, o porque constituyeron espacios institucionales que se destacan por la
investigación sistemática y la formación regular en base a la trasmisión de saberes
justificables. Por lo tanto, nuestro interés apuntará a explorar algunos conceptos y
saberes que han conformado verdaderos paradigmas, tales como el saber médico, los
estudios psicológicos, y el discurso psicoanalítico.
La historia de la medicina está ligada a la enfermedad y en cómo tratar a la
misma, la psicología ha indagado en torno a la génesis y mantenimiento de las
operaciones mentales, como así también a la adquisición y alteración de la conducta, y
finalmente el psicoanálisis no solo porque es el nombre de la disciplina, la única, que
revela la constitución psíquica del sujeto humano, sino porque también estableció las
coordenadas de un dispositivo curativo original, el analizante resuelve sus síntomas a
partir de lo que le revela su decir en transferencia.
(Agreguemos que el Psicoanálisis, entre otras cosas en su origen a fines del S. XIX, fue la primera psicoterapia no médica y no psicológica.).