Fundamentación 2024

«Algunas notas iniciales»

Flavio Peresson

I

La “experiencia psicológica” (“ep”)

En este mundo en el cual las pantallas planas vienen supliendo a las dimensiones irregulares e inabarcables de la geografía, mundo cada vez menos ajeno pero con vecinos extraños, mundo en el cual el GPS nos indica con precisión el camino más sencillo para llegar a la puerta del shopping de moda pero que no sirve demasiado para aclararnos la incertidumbre generalizada, en este mundo venimos asistiendo como espectadores o participantes al extraordinario desarrollo de una “experiencia” subjetiva, que parece apropiada para el ser humano contemporáneo que ha perdido la fe en dios, en el padre y en lo que antiguamente se llamaba la patria. Con asombro observamos como circula, como se desplaza por todas las latitudes, sin objeciones políticas o  morales.

Es que la “experiencia psicológica” (“ep”) ha logrado el ”milagro” de diluir fronteras, grietas ideológicas y hasta algunas históricas divisiones sociales. La “ep”, se ha transformado en un artefacto, que se suma a los tradicionales artefactos para el hogar, porque no es difícil de adquirir, fácilmente adoptable a cualquiera individuo sin importar ni el estatus, la raza o la religión. Se podría decir que la “ep”, está al servicio de cualquiera que adopte la posición de cliente ávido (posición en la cual casi todos  estamos entrenados).

Esta experiencia, la “ep”, viene dando lugar a que gran parte del mundo occidental y civilizado transite por esta dimensión de autoconocimiento integral de si, o mejor dicho dimensión de autoaprenderse, que solo se obtiene a partir de renunciar al pasado del cual venimos, a las historias que nos hicieron y que hicimos, y a las preguntas. Así despojados es posible asomarse al encuentro del verdadero “saber quién soy”. La “ep” que propone des-cubrirse tiene un requisito necesario con el cual se debe cumplir: no implicarse en reivindicaciones, reclamos, o demandas políticas o sociales. Porque como dicen los autopercibidos profetas de la “ep”, lo primero es saberse a uno mismo.

Nos adoctrinan con la participación cómplice de vatios entornos comunicacionales, que lo verdadero está en uno mismo y lo que está más allá puede ser una ilusión o un simulacro. “Todo es relativo, no hay verdades universales ni objetivas, no hay ni bien ni mal absoluto”, fue la consigna con la cual algunos filósofos proclamaron que se había termina una época y entrabamos a otra, sin libreto, sin un guion para el primer dia.

La “ep” fue uno de los artefactos al cual se recurrió para hacer más soportable  la angustia por la incertidumbre y al vacío. Es fácil de comprobar, sin recurrir a estudios sociológicos, que desde hace más de un cuarto de siglo, no hay actividad humana que no tenga un “soporte” terapéutico, psicoterapéutico, de orientación de esclarecimiento psicológico.

La “ep” siempre ha sido receptora de fenómenos y experiencias psi alternativas. La pregunta es, alternativas a qué? La respuesta es amplia, porque deberíamos entrar en varios análisis tanto políticos-sociales, económicos, culturales, que exceden a este tema, pero podemos aventurar la hipótesis: la vida de los humanos hoy en día transcurre cada vez por márgenes más limitados, que vienen condicionando que la realización de lo  personal pueda ir más allá de las necesidades básicas. Cuando en lo común, lo conocido, lo establecido, no ofrece las respuestas esperadas la impotencia lleva a la frustración,  o puede atenuarse buscando algo en otros horizontes.

Lo que llamo la “ep” se renueva de la mano de la experiencia de algunos iluminados que han captado la energía y el magnetismo espiritual de nuestro universo. (terapias biomagneticas, terapias energéticas desbloqueantes…), pero también de otra vertiente, del manantial de las sabidurías orientales, sabidurías de exportación difundidas, también, por autopercibidos maestros espirituales que invitan a adiestrarse en lo meditabundo para acceder a los vericuetos de las certezas del alma. (shiatsu, masaje tántrico, reiki, terapia de vibración sonora armónica,). Restos remozados de añejas prácticas del oriente de antaño, no del actual que desde hace décadas se inspira en las ideologías capitalistas.

La “ep” no deja de nutrirse de la creciente intranquilidad, desazón y angustia cotidiana, así viene siendo receptora de las terapias englobadas en la creencia de los potenciales recursos del  individualismo a ultranza, como las terapias del coatchin ontológico (dicen sus promotores que no van a lo psíquico sino a lo metafísico a lo filosófico…). Las terapias de los territorios mentales, (el territorio real, digamos la realidad, no es el problema, sino la representación mental),  las terapias que constelan (sabrán que Bowen hace 50 años atrás practicaba la terapia intergeneracional’?), las terapias para ser feliz. Las terapias de resiliencia (la modalidad de vivir con lo que nos queda del arrasamiento del Otro).

La “ep” es un modo de autoaprendizaje para entenderse a uno mismo con el objetivo de poner alguna distancia con un mundo que cada vez tiene menos garantías que ofrecer. Que por lo contrario hay fragmentos del mundo que manifiesta un morboso deleite frente a los actos que traen vértigo y zozobra.

II

Sabiendo que el que clasifica solo ordena lo que ya se sabe y que nada nuevo aporta, pero que clasificar es un remedio obsesivo que tiene cierta eficacia frente a lo variable o lo innumerable o lo incierto, entonces el recurso clasificatorio (reconocer, registrar, ordenar) nos aporta lo siguiente: de las “experiencias psi” que se presentan en nuestro medio como “intervenciones psicocurativas”, nos encontramos, por lo menos, con dos enfoques.

III

Los remedios psicológicos

 Por una parte están lo que podríamos llamar los modernos remedios psicológicos, que son una sumatoria de intervenciones o de procedimientos que se dirigen a remediar lo psicológico, dando a entender que se trata de un multifacético estado psico/afectivo/mental que acompaña a todo hecho vivible por cualquier ser humano.

Estos remedios vienen precedidos de una constelación de revelaciones inauditas, de hallazgos sorprendentes, de creencias que desbordan las lógicas conocidas en el campo de las Psicoterapias. Estas revelaciones se derivan de acontecimientos que inspiraron una historia de vida atípica, una vida receptora de revelaciones de un “saber hacer con sigo mismo”, que se proclama como antisistemico, antiburocrático y sobre todo antiacadémico.

Como la destreza “psicocurativa” es el resultado de lo que llaman revelación, se entiende que poco valga el aprendizaje sistemático o formal, que menos aun importe algún título académico.

Siempre se trata de algún ser humano que reintroduce una pizca de misticismo en esta modernidad desvitalizada por la tecnología. Estos seres humanos, maestros de las neosabidurias, testimonian que han pasado por dos estados opuestos, uno de confusión e incertidumbre y otro de revelación y lucidez. Esta versión del conocido dicho levántate y anda representa a alguien que ha logrado remediar-se mediante el encuentro con un don etéreo, que se evaporo en el mismo instante que algo se abrió, y que dio paso a la génesis de la administración de algún procedimiento. Instante glorioso del universo porque el aura y la iluminación vencieron a la conciencia y la razón (científica, social, de clases, cultural…)

IV

Demás está decir que ese alguien si logra mutar de un padeciente anónimo e insignificante en un “ejemplar que busca el bien del otro”, se transforma en un “experto” que puede dar fe, o dar testimonio, que ha encontrado un “remedio psicológico” para arreglárselas con alguno de los enrevesados síntomas de la época. El “experto” puede llegar a ser una figura ejemplar porque ha coronado con éxito ese intento.

Estos expertos en los remedios psicológicos han encontrado su legitimación en un sector del público consumidor (ni paciente, ni enfermo, ni anormal, sino pura y simplemente “clientes”), afectados de excesos o carencias, que aceptan que para ser subsanados se deben someter a algunos procedimientos que les permitan recuperar el equilibrio y la armonía perdida y, de esa manera, regresar a la normalidad social (o al “delirio de la normalidad”, como bien afirma E. Laurent), pero con una vida regenerada, armónica e iluminada.  Los expertos han dado lugar a una nueva clase social, la de enunciadores de convicciones que no requieren explicaciones. Esta nueva clase está conformada por varias tipologías, como los energizadores, los positivisadores, los estimuladores emocionales, los entrenadores en relajación, los consteladores, los coatchin, los entrenadores metafísicos, etc y etc. Todos expertos empeñados en darle vida, a pesar de su semblante ultramoderno, al viejo “magnetismo”, a la “sugestión” más silvestre, a la “milenaria imposición religiosa”. También son expertos en inventar nombres o siglas en sintonía  con el significante “última generación”, probablemente para diluir que se trata siempre de un retorno a  las viejas tretas de manipular al otro disimuladamente.

V

Antecedentes de las psicoterapias psicológicas

El otro enfoque al que hacíamos referencia, lo encontramos en las Psicoterapias Académicas o Profesionales. Estas se distinguen, a mi criterio, por lo siguiente: se enseñan en instituciones académicas o profesionales avaladas por el Estado, requieren del estudio sistemático de teorías especificas del campo psi, la capacitación no solo está regulada sino que está sometida a distintos tipos de evaluaciones, el ejerció de la profesión depende de una habilitación profesional.

Estas Psicoterapias remiten de forma directa a un sistema o paradigma que articulo a diferentes métodos, con diferentes psicopatologías o síntomas, en donde adquirieron otro valor los efectos (problemáticos) de la presencia del psicoterapeuta.

Un conjunto de estas Psicoterapias tienen sus raíces conceptuales en algunos autores que desde los bordes de la Psicología aportaron algunas nociones, que para muchos estudiosos del tema, le brindaron a la disciplina una consistencia, una solidez racional, que le permitió dejar el lugar de los saberes puramente especulativos. El aporte del experimentalismo positivista por parte de eminentes científicos, como el fisiólogo alemán Wundt (laboratorio experimental, introspección), el medico ruso Pavlov, premio nobel de fisiología en 1904, (prueba experimental, reflejo), y más recientemente con Kandel, premio nobel de medicina, año 2000, (experimental, neuronas).

Se supone que los aportes metodológicos, como la observación objetiva, la neutralidad en la instrumentación de variables, un espacio experimental aséptico, posibilitaron el estudio de la Psicología de un conjunto de temáticas  provenientes del campo de lo fisiológico- neuronal. A partir de lo cual rige la premisa que los fenómenos psicológicos transitan por espacios heterogéneos, con fronteras porosas que permiten los intercambios, la complementariedad o las mutaciones.

Por otra parte se debe mencionar que particularmente las psico-terapias psicológicas tiene sus precursores e inventores, como  en los renombrados psicólogos americanos Watson (conductismo) y Skinner (terapia de la conducta), o de Albert Bandura (aprendizaje por modelado, cognitivismo), y mas recientemente con los Psicólogos Ellis y Beck, fundadores del enfoque terapéutico, las TCC, posiblemente la terapia más difundida en el mundo occidental.

Estas menciones, sumamente incompleta, tienen el propósito de destacar lo que se puede encontrar en cualquier historia de la disciplina referido a sus fundamentos y a su rigor teórico que necesita cualquier disciplina para ser parte de la racionalidad académica, en otras palabras para alcanzar, el siempre inalcanzable, estatus científico.

VI

El contexto de invención del psicoanálisis

En otra página de otro libro, se encuentra una historia de las Psicoterapias que acontece lejos de lo académico, tan por fuera de lo académico que el desarrollo y sostén de estas otras Psicoterapias se llevó adelante en sus propias instituciones. Estas otras Psicoterapias  derivan de un acontecimiento que eclosiono a fines del Siglo XIX, que bien podríamos caracterizar como clínico- terapéutico, que puso en el centro de la escena curativa a un nuevo sujeto  (no un cuerpo ni un órgano), que en un principio era el sostén de sus síntomas, y algo más, era el guardián del verdadero sentido de su sufrimiento.

En el último cuarto de ese siglo se puso en marcha un nuevo procedimiento curativo (en cierta medida ni medico ni psicológico) que encontró que el significante “Psicoterapia” era el que mejor representaba esta nueva perspectiva en el tratamiento de las “enfermedades mentales”. Estos nuevos procedimientos tenían un punto en común, que lo podemos sintetizar de esta manera: los síntomas de algunas enfermedades mentales tienen su origen en las vivencias psicológicas y no en el organismo. Esta hipótesis era verificada en la práctica clínica, si se quiere la hipótesis era una inferencia clínica, mas que una hipótesis sustentada en lo conceptual.

Janet, Breuer, Charcot, Berheim y Freud, fueron los promotores que pusieron en práctica algunos técnicas como la hipnosis, la sugestión, la catarsis, la comprensión, la interpretación, que anudados a la “influencia” del tratante mostraron su eficacia curativa en el tratamiento del síntoma neurótico, hipocondriaco y en algunas manifestaciones delirantes.

En este sentido creo necesario tener presente dos textos, que a mi criterio se los puede calificar de “iniciáticos, pertenecientes a Berheim, “De la sugestión y de sus aplicaciones a la terapéutica” (1886), y “”Hipnosis, sugestión, psicoterapia: nuevos estudios” (1891). Estos ensayos oscilan entre lo clínico y lo terapéutico, se mencionan síntomas y técnicas terapéuticas, como la sugestión y la hipnosis, que para el autor dan lugar a un nuevo método que denomina Psicoterapia, (para muchos historiadores Berheim introduce el termino Psicoterapia para referirse al nuevo método curativo) Los trabajos fueron publicados en francés y casi de inmediato traducidos por Freud al alemán, lo mismo hizo con “las lecciones…” de Charcot, y de otros como Forel.  La “psicoterapia” de Berheim abre un camino que será explorado por Freud hasta sus últimas consecuencias, el maestro de la llamada Escuela de Nancy afirmaba que la sugestión era el dicho del terapeuta, es decir,  el tratamiento sugestivo es un tratamiento mediante las palabras.

Hay un texto de Freud de ese periodo, “Tratamiento psíquico (tratamiento del alma)” de 1890, que bien se lo puede calificar de continuidad y ruptura. Porque esa calificación?, porque se puede apreciar claramente dos cuestiones: en su enfoque se encuentran algunos conceptos de sus contemporáneos (de quienes fueron sus maestros), pero al mismo tiempo sin rechazar esos conceptos se despega de los mismos dándole una complejidad nueva y en cierta manera asombrosa para esa época. 

En el texto se encuentran las nociones de sugestión, de hipnosis, de las posibilidades terapéuticas que ofrecen las mismas, en estos puntos hay una continuidad del camino abierto por dos de sus maestros,  al mismo tiempo va mucho más allá de las ideas de sus contemporáneos, cuando define el sostén erótico de la relación terapéutica (“la influencia…, y la expectativa”), o cuando diferencia a las palabras que requería la instrumentación de la sugestión y la hipnosis, para resaltar el poder intrínseco de las mismas en los seres humanos, y particularmente que las mismas son el instrumento del tratamiento psíquico. Demás está decir la apreciación, cada vez más fina, que mostro Freud con “el trauma”, no solo como causa del síntoma, sino como representación psíquica escindida de la conciencia.

Así “el moderno tratamiento” como lo designa Freud, plantea algunas ideas originales, algunos novedosos interrogantes cuyas respuestas no están en ese presente sino en el futuro que construirá el deseo de Freud.

Debemos mencionar que esa nueva perspectiva que fue la Psicoterapia como “moderno tratamiento anímico o psíquico”, cuyos primeros concepto teóricos, prácticos y psicopatológicos fueron formulados por Freud y los autores mencionados, esa trama de “nuevas” ideas y métodos se referenciaban en esos mismos autores. Quiero decir que esos autores eran el respaldo, el sostén del avance del saber, fueron los que congregaron a los primeros discípulos, y de alguna forma cada uno de ellos era su propia Escuela. Cada uno era su propia escuela quiere decir que fueron los sujetos supuesto saber que generaron una formidable transferencia de trabajo que sostuvo la investigación clínica, la formación de psicoterapeutas, por fuera del sistema universitario. 

VII

Las psicoterapias y la torre de babel

Ahora bien, si hoy en día consideramos con más detenimiento el panorama de estas intervenciones que se autodefinen como Psicoterapias, el panorama muestra algunas aristas complicadas. Decimos esto porque nos encontramos con una diversidad de orientaciones que muestran una multiplicidad de técnicas y métodos que dificulta bastante tener un registro que permita identificarlas y distinguirlas una de otras. Pero el punto más importante es que termina resultando sumamente problemático discernir los fundamentos conceptuales que hacen a la pertinencia de cada práctica.

Decimos esto porque los tres paradigmas históricos, Psiquiatría, Psicología y Psicoanálisis, que inspiraron tres métodos de abordaje y tratamiento de la enfermedad mental, ya no son lo que eran. No solo porque sufrieron transformaciones conceptuales que fortalecieron sus prácticas (lo cual es sumamente positivo), sino porque los citados paradigmas están condicionados a responder a las políticas neoliberales que demandan “terapias” que mantengan a la población equilibrada y adaptada, también están condicionados a las demandas de los laboratorios farmacéuticos, el fármaco se generaliza, que imponen la concepción, muy difundidas por los ideólogos de lo pseudo científico, que sostienen que lo mental no funciona sin los estabilizadores neuronales. Otro condicionamiento viene de parte de las exigencias empresariales para las cuales las Terapias de su personal deben cumplir con los requisitos, y la supervisión, del área de recursos humanos, que tiene como prioridad resguardar el buen funcionamiento de la empresa. Y agregaría otro condicionamiento no localizable fácilmente con una institución o una agencia, por lo tanto más difuso pero sumamente efectivo: el creciente utilitarismo (eficacia, rendimiento) de una ideología que apela a un ideario propio que  sustituye a la salud mental.

Básicamente nos estamos refiriendo a las imposiciones amenazantes del Neoliberalismo que requiere de una “Psicoterapia  eficiente”, rápida, de poca duración, medible. Algunos Estados y muchas asociaciones profesionales frente al temor de perder subsidios o préstamos o espacios en organismos internacionales, favorecen que las Terapias sean instrumentos uniformes que permitan que sean accesibles a las mediciones “internacionales”.

La respuesta que se está encontrando en el campo de las Terapias es una “fusión” entre dosis de “sugestión”, de “autoaprendizaje”, de “condicionamientos emocionales”, combinados con los fármacos que mejor le resultan a los neurotransmisores. Toda técnica Terapéutica debe cumplir con el requisito de ser “objetivable”, porque de esa manera se puede verificar la “corrección” de un padecimiento “mental” (lo subjetivo fue anulado), de manera similar a como se corrigen las fallas de los dispositivos “electromagnéticos” que más se utilizan hoy en día.

La ideología imperante pretende armar procedimientos “terapéuticos” supuestamente novedosos o innovadores, como un espejo de la “neotecnologia” que la benevolencia  despiadada del poder del Norte impone.

VIII

La particularidad de los enfoques, (conceptos, métodos), de la Psiquiatría, el Psicoanálisis y la Psicología, que históricamente enriquecieron los debates en el campo Psi. se terminan unificando en “una terapia” acorde al mandato del imperio Neoliberal. Este pasaje a lo unificado se hace posible apelando a un eslogan que sirve de soporte a las ideas más aplastantes de la era neoliberal, nos referimos al significante “integración/armonía: eficacia». Este significante usado en sobreabundancia en el discurso liberal-posmoderno busca borrar toda diferencia, ya se trate de las especificidades epistemológicas que hicieron de la Psicología de la Psiquiatría y del Psicoanálisis tres disciplinas que en la medida que se diferenciaban unas de otras posibilitaban, justamente por esas diferencias, diálogos complejos, interlocuciones y controversias. Pero fundamentalmente se busca imponer una cultura, una ideología que va mucho más allá de las Terapias, porque busca modelar la vida social eliminando al “diferente”, porque busca condicionar hasta el goce más íntimo de los sujetos. (Es notable la difusión cada vez más masiva por Terapeutas del sexo de “juguetes sexuales”, un objeto que busca igualar el goce sexual, en consonancia con esto en el año 2000 Paul B. Preciado, en realidad aún era Beatriz, público su “Manifiesto contrasexual”, texto en el cual Preciado resalta las virtudes del “dildo” como el objeto que mejor representaba a las “tecnologías sexuales“, en definitiva Preciado en su “ Manifiesto Contra ….”, termina resaltando un objeto “artificial” único, para el goce (uniforme) de todos.

IX

De varias psicoterapias a la psicoterapia única

Retornemos a lo que describíamos como el movimiento de hacer de varias técnicas una Terapia, dicho de manera directa: se procede a “juntar» técnicas, que en el mejor de los casos han demostrado cierta validez en algunas aplicaciones muy específicas. En este sentido, podemos destacar el «rescate» de algunos primitivos, casi prehistóricos, «objetos psicológicos» que fueron elaborados en su momento dentro de las coordenadas propias de lo experimental, como en el caso de la «conducta» con sus “bases en lo neurofisiológico”, como respuestas a los “estímulos” ambientales. Decimos esto porque las autollamadas «terapias de última generación” se caracterizan por: a- tratamientos de la conducta, b- mediante técnicas convalidadas por el «modelo experimental», c- que  se correlacionan con una «psicopatología» que se explica a partir de las teorías del aprendizaje. Como sabemos esto remite, entre otros,  al neurofisiolo Pavlov, que aporto a la Psicología un perro que producía una secreción que el  premio Nobel ruso llamo, con originalidad, “secreción psicológica”. (el “reflejo gástrico”  de Pavlov fue un aporte para el esclarecimiento de la fisiología digestiva)

Leyendo sus folletos y sus manuales se hace evidente que la llamada «terapia Psicológica», única e integrativa, responde a un modelo que hace de la «conducta», la «observación experimentalista» y el «aprendizaje» las razones “científicos” que justifican el porqué de la integración. Es decir que se fundamentan en los restos de un paradigma que tuvo alguna vigencia hace 120 años atrás, que fue cuestionado por la mayoría de las disciplinas sociales y especialmente por las llamadas “ciencias duras” que desecharon al “método experimental” por ser un evidente “obstáculo epistemológico”. (la ciencia, la verdadera, trabaja con cálculos, ecuaciones, complejas matemáticas, y sus fórmulas no requieren de estadísticas, ni de la observación, ni del testimonio de los seres humanos)

Este trio, conducta, observación, aprendizaje, reaparece en las “Terapias” porque permite “controlar y ajustar” a los seres humanos a los mandatos adaptativos de la sociedad neoliberal. El neoliberalismo ha entendido, mejor que nadie, que homogenizar a los individuos depende más de “lo emocional” que de las variables económicas.

Podríamos decir, si cabe la expresión, que el sueño de las terapias Psicológicas de convertirse en un dispositivo único y global se hace realidad cuando de todas se puede hacer una, una terapia que pueda ser fácilmente aplicable, sujeta a unos pocos protocolos con indicadores que permitan objetivar el sufrimiento y mensurar los resultados.

X

Como afirmamos esta concepción no es independiente del ideario utilitarista propio de la ideología que signa nuestro tiempo, en la medida que supone que cualquier técnica Terapéutica tiene algo útil para rescatar, por ende, se suele encontrar con este tipo de planteo: hay un inconsciente psicológico, aunque lo más revelador es la observación del comportamiento, es perfectamente posible la sugestión directa, el cuestionario, la orden y por qué no, un poco de farmacología.

Hacer uso de distintas nociones y metodologías, que han demostrado cierta eficiencia en campos de aplicación muy específicos, no han impedido que, por ejemplo, las terapias conductuales hayan “saltado” alegremente del perro de Pavlov o de la paloma de Skinner al tratamiento de los padecimientos mentales, o que equiparen un comportamiento humano con el del famoso caracol marino de Kandel, (la desdichada Aplysia que a pesar de haber aportado sus neuronas para el otorgamiento del Nobel a Kandel, no fue invitada a la magna ceremonia…)

 Esta lógica que correlaciona a algunos “animales” con la vida de los humanos parlantes, correlación extravagante desde cualquier punto vista, lleva a suponer que La Terapia, una y universal, no depende de ninguna especificidad conceptual para legitimarse, por lo tanto, tiene una total autonomía con cualquier marco teórico, y de esta manera su existencia solo depende de los resultados que obtenga.

Su referencia no es lo que se llama la lógica del concepto, la articulación de conceptos y métodos, sino responder a las demandas del mercado, es decir a la lógica de  cualquier mercancía, a lo que le resulte beneficioso al poder imperante.

Estas corrientes terapéuticas, que han amputo lo “psíquico”, ahora son Terapias a secas, se sustentan en una idea, simple y delirante pero básicamente reduccionista, que existe la siguiente correlación directa: asi como el perro, la paloma, y el caracol están adaptados al orden natural, los individuos deben adaptarse al orden imperante, es decir al mercado, a los ajustes y al rendimiento.

XI

¿Qué terminan validando esta gama de intervenciones “terapéuticas”? Las respuestas se encuentran de manera manifiesta en algunas de las representaciones más estandarizadas que se presentan en la opinión pública: se trata de obtener algún tipo de mejoría o de alivio a una serie de padecimientos mentales (ya no subjetivos), catalogados y clasificados como “trastornos”, con el fin de que los afectados puedan estar a la altura de los ideales imperativos de la época: estar bien es estar “positivo”,  estar en armonía con “uno mismo” para ser cada vez más “feliz”. Este requerimiento plantea el problema de saber cuál es la medida justa de la felicidad, por lo tanto, poder indicarle, si fuera posible, a cada sujeto cuál es su medida, su dosis o su cuota, que le facilitaría una buena adaptación a los mandatos de la época, para vivir sin angustia, sin fallas, en fin, sin síntomas, es decir tener una “formula” de la felicidad seria lo que colmaría de felicidad a los administradores de las intervenciones terapéuticas.   

Recuerdo que A. Huxley en 1932 en su novela “Un mundo feliz” describía la horrorosa y siniestra “formula” para conquistar un mundo feliz, mediante la manipulación científica de óvulos, niños y adultos en un espectacular laboratorio provisto de instructores, instrumentos y máquinas de última generación. Comenzaba su relato de la siguiente manera: “Un edificio gris, achaparrado, de sólo treinta y cuatro plantas. Encima de la entrada principal las palabras: Centro de Incubación y Condicionamiento de la Central de Londres, y, en un escudo, la divisa del Estado Mundial: Comunidad, Identidad, Estabilidad”

XII

Las Terapias más publicitadas han encontrado el sustento, o su legitimación,  en los indicadores de eficacia que proporciona el mercado de la salud mental. Basta tomar como dato ilustrativo de la subordinación de las Terapias a los requerimientos del mencionado mercado, lo siguiente: la/s Terapia/s al ofrecerse como reparadoras de los llamados “trastornos”, lleva que a medida que la diversidad de “trastornos” aumentan en número, (en los manuales llamados DSM edición tras edición los trastornos terminan siendo casi incontables) correlativamente aumenta el número de las Terapias. De esta manera las mismas terminan avalando un sujeto humano fragmentado en trastornos, cada vez mas fraccionado en una diversidad asombrosa de conductas inadaptadas, y cada una de ellas transformadas en “objetos patológicos” solo accesible a las Terapias de última generación.

XIII

Quizás exista más de una razón que justifique la oferta de tantas intervenciones psi, pero a nuestro criterio hay una que nos parece decisiva y es la notoria sobrevalorización de lo psicológico que se viene observando en la época en que vivimos, al punto que pareciera que el discurso psicológico fuera uno de los ingredientes más sobresalientes del capitalismo neoliberal. Daría la impresión de que el lugar destacado que ocupa guarda una estrecha relación con los malestares propios del modo de vida que el capitalismo impone.

Porque el discurso psicológico se está convirtiendo en una especie de instancia comprensiva y reparadora de las penurias humanas y sociales que el sistema genera, con el fin de fomentar la adaptación al mismo.  Sabemos que es una perspectiva discutible sostener que en el momento que el capitalismo muestra su cara menos humana, el discurso psicológico en varias de sus versiones y modalidades se encuentra -no casualmente- en el cenit de su expansión y aceptación social.

Para nosotros existe una correlación entre los trastornos (dixit DSM) más resaltados y difundidos, también más publicitados e impuestos, como el panic attack, el trauma, el estrés y la depresión generalizada, con los estados de incertidumbre e inseguridad que impregnan a las relaciones sociales. Para lo cual algunas «(psico)terapias» se ofrecen como la forma más rápida de «remediar» algunos de estos «males contemporáneos» para volver a instalar al «trastornado» en su puesto.

Podríamos ampliar el punto anterior agregando que nuestra vida actual no está separada de los malestares que hacen crujir al mundo debido a las reiteradas crisis financieras que licuan ahorros y hacen tambalear a los ciudadanos, a que el trabajo requiera cada vez de menos trabajadores o que el hambre amenace a poblaciones enteras. En un mundo que vive envuelto en una “crisis de seguridad y desorientación», qué razones habría o hay para que en este momento los humanos sean llevados a ocuparse todo el tiempo de su estado mental?

Podemos pasar en limpio este interrogante y decirlo de manera afirmativa: frente a la potenciación de las dificultades que los humanos encuentran en las relaciones con unos y otros por el debilitamiento de los referentes que ordenaban el curso de una vida, resulta llamativo que se intente construir como referente de época, una versión actualizada del homo sapiens llamado homo psicológico, como modelo  de normalidad, y que sea a través o mediante dicho referente por donde se deben buscarse las salidas o soluciones a los atolladeros sociales.

Si fuera así, estaríamos frente a un fenomenal desplazamiento y sustitución al mismo tiempo: lo social/político por lo individual/psicológico,  cuya consecuencia seria, o ya es, que las demandas de reparación de las relaciones sociales sean tratadas (sic) en tanto trastornos psicológicos.

XIV

Un propósito, obviamente no explicitado, de las Terapias de “última generación”, que califico de “terapias disciplinarias”, es lograr que los seres parlantes adopten la posición de “servidumbre voluntaria”, que entre otras cosas es la contracara de las concepciones mas progresistas de la modernidad, que apostaba a la autonomía individual frente al poder patriarcal y autoritario, a que la sociedad debía ser constituid, es decir no estaba concluida, teniendo en cuenta a las desigualdades, a las demandas de los postergados y excluidos. La sociedad en tanto incompleta es lo que provoca que algo nuevo se instituya, para que el deseo sea el motor de la historia se necesita provocar la falta, la insatisfacción, la incompletud..

XV

Perspectivas, problemas, orientaciones:

  1. Las Terapias muestran una clara finalidad que es la de adaptar y disciplinar a los seres hablantes,
  2. Como contrapartida planteamos: que el intenso malestar cultural que habita en el orden neoliberal ha dado lugar a la perdida de los parámetros que orientaban la existencia humana (para bien o para mal, pero la orientaban) está perdida (“lo liquido”, “debilitamiento de la función paterna”) ha dado lugar a nuevas manifestaciones sintomáticas que mas que nunca requieren de una escucha ética que le permita al sujeto orientarse a partir de  aquello que le revela su deseo
  3. Caracterizamos al campo  de las Terapias por su confusión de lenguas, por la repetición del fantasma de “la torre de babel”, en el cual se presuponen significados, se relativizan principios básicos, se diluyen conceptos, no se diferencian técnicas de metodologías,
  4. nos parece necesario una mínima tarea de esclarecimiento conceptual que nos permita saber e identificar las nociones fundantes de tres disciplinas.
  5. para lo cual vamos a orientarnos en relación a lo que podemos llamar un retorno a las fuentes.

Nos parece pertinente volver a indagar en los criterios epistemológicos, en las conceptualizaciones teóricas, en las operaciones técnicas, de los “marcos teóricos-metodológicos” que más se implican en la problemática psicoterapéutica, ya sea porque dieron lugar, históricamente, a la apertura de nuevos espacios teórico-prácticos, o porque constituyeron espacios institucionales que se destacan por la investigación sistemática y la formación regular en base a la trasmisión de saberes justificables. Por lo tanto, nuestro interés apuntará a explorar algunos conceptos y saberes que han conformado verdaderos paradigmas, tales como el saber médico, los estudios psicológicos, y el discurso psicoanalítico.

La historia de la medicina está ligada a la enfermedad y en cómo tratar a la misma, la psicología ha indagado en torno a la génesis y mantenimiento de las operaciones mentales, como así también a la adquisición y alteración de la conducta, y finalmente el psicoanálisis no solo porque es el nombre de la disciplina, la única, que revela la constitución psíquica del sujeto humano, sino porque también estableció las coordenadas de un dispositivo curativo original, el analizante resuelve sus síntomas a partir de lo que le revela su decir en transferencia. (Agreguemos que el Psicoanálisis, en su origen a fines del S. XIX, fue la primera psicoterapia no médica y no psicológica).