Escrita en 1932, La tournée de Dios es la última novela de Enrique Jardiel Poncela.
Primero hay que situarse en la época, previa a la II guerra mundial, en plena incubación de los fascismos en Europa y luego recién empezar a leer.
Dios anuncia que va a venir a la Tierra en forma humana y le toca recibirlo al pueblo español.
Cubre el evento un periodista salido del closet, de avanzada para la época y muchos otros personajes delirantes.
Al humor irreverente de EJP no le hace falta faltar el respeto a lo religioso y como si fuese un ingenioso tejido al crochet enhebra la prosa para lograr el éxtasis de gracia en el lector.
Recomiendo su lectura más que nada por la diversión inteligente a muy bajo costo que proporciona y queda como moraleja que en todos los tiempos a las personas los circos mediáticos nos causaron la misma sensación de patetismo, algunos más patéticos que otros con menos dosis de «pateticidad».
Spoiler Alert: Dios no hace milagros.
Lo dejo para descargar en:
«Estaba tan deprimido, la gente lee cada vez menos. ¿Para qué escribir?” se preguntaba el escritor Alberto Laiseca; pero no se alejó de la literatura, como amante de los textos literarios de otros autores, se propuso «contarlos, estimular a los demás».
Este narrador enfático tiene la capacidad de interesar al gran público en el texto clásico, comenzó a divulgar la literatura narrando oralmente en la oscuridad algunos de los grandes clásicos del terror.
Los invitamos a disfrutar de su versión de uno de los grandes cuentos de Edgar Allan Poe:
Dedicado
a la memoria de Leopoldo Brizuela, amigo.
Sara
Gallardo (Buenos Aires, 1931- 1988). Escritora
y periodista, quien comenzó a
publicar entre los años 1950 y 1960 en un momento cuando en la Argentina se
produjo, en estampida, una ampliación hacia las voces femeninas en
las letras como así también en el campo cultural en general.
Durante mucho tiempo su obra quedó relegada en el injusto olvido, sin embargo, tuvo la dicha de ser redescubierta y valorada a partir de un exhaustivo trabajo en torno a las voces femeninas de la década del ‘ 50 llevado a cabo por Leopoldo Brizuela, quien a su vez , a través de nuestras charlas, me introdujo en el mundo de dicha escritora. Su obra ha sido reivindicada por Patricio Pron, Ricardo Piglia y Samanta Schweblin, entre otros.
Sin
dudas es una escritora actual y, sin ser declaradamente feminista, esboza en su
obra temas relacionados al género. Otro
rasgo de su prosa es la capacidad para
plasmar detalles que con su observación
atenta pudo captar sobre ciertos sectores de la sociedad argentina.
Explora
de manera aguda el desconcierto de las
clases sociales, sus maneras de relacionarse, sus costumbres, su lenguaje. Mezquindades, hipocresías y
debilidades conviven en lo que fuera la gran estancia argentina.
Sabe pintar con palabras la interacción en tensión de los hombres y de las mujeres urbanos que se instalan, desplegando su poder paternalista, en el ámbito rural. Asimismo plantea las jerarquías existentes dentro de aquel micromundo que fue la gran estancia.
A
propósito de dicho ámbito, es poético el modo en que la autora nos habla de la
tierra, la llanura, la extensión de nuestras pampas. Aborda el campo con magistral ejercicio
literario.
Todo
ello lo podemos observar desplegado en su primera novela: Enero (1958).
¿Qué
puede suceder en ese espacio aparentemente apacible? Mucho más de lo que
imaginamos… ¿Qué nos presenta esta breve novela, por qué nos atrapa?
Asistimos al relato agónico de Nefer, hija de
un puestero de estancia en la provincia de Buenos Aires. La joven fea, taciturna y de pocas
palabras, frente a la bella y despabilada Alcira, su hermana, se
ha encaracolado en su mundo, en su padecimiento hermético; lo que sucede a su
alrededor corre como una realidad
paralela.
Nefer, con tan solo 16 años, tiene un secreto y sufre en silencio y soledad. Se ha enamorado,
en un episodio poco claro que quedará velado en la oscuridad para el
lector quien lo irá desovillando a
partir de algunas pistas. La joven es
consciente de que “un hongo negro se hincha en su interior”, teme por su futuro
hasta la desesperación. Su única compañía e interlocutores son los pájaros; Capitán, su perro; la brisa; vacas y terneritos; la naturaleza toda.
Es
evidente la imposibilidad de darle
voz a esa angustia, y presenta el
vínculo con el campo y con los animales como un conocimiento de otro orden
capaz de funcionar como refugio ante esa falta de voz.
Su
conciencia… Nefer piensa y mucho. Se
debate en qué hacer antes de que, todo aquello que sucede, sea demasiado
evidente. Lo oculta, no puede expresarlo con palabras, no halla espacio a la
otredad, no puede dialogar con ningún miembro de su familia. La culpa
sobrevuela en su interior y es una culpa reforzada por su inocencia y al mismo
tiempo por el miedo y el prejuicio. Nefer no sabe tantas cosas… ¿hasta dónde la
seducción, el deseo y el sexo? ¿Existe el amor? ¿Qué es, si existe?
Con
maestría Gallardo intercala el monólogo interior y el discurso indirecto libre
los cuales se contaminan para que
de alguna manera no quede todo tan claro
y el lector sea partícipe activo. Accedemos así a la conciencia de la
adolescente, somos testigos de sus
debates, de sus posibles soluciones al conflicto. Y ¿cómo podría hacer Nefer para hallar una
solución? ¿Cómo “se las podrá arreglar”?
Piensa,
repiensa, recuerda conversaciones y juicios, se compara, se funde con el
paisaje y su ciclo natural, ella es parte de la naturaleza agresiva, sin
embargo, toda posibilidad se dificulta en los límites de su desamparo. Entonces, aumenta su desasosiego,
avanza hacia la desconfianza y se
vislumbra la violencia.
“Las ricas son otra cosa. Piensa en Luisa que a esta hora se sentaría en el comedor de la estancia. Su madre había dicho: éstas son todas iguales, se revuelcan con cualquiera pero nadie se entera, se las saben arreglar”.
Buscará un culpable y si lo hay, para
ella será el Negro, de quien está enamorada inútilmente. Es él quien ha suscitado su deseo, su confusión y su
entrega final pero ¿a quién, bajo qué circunstancia y cómo se ha entregado
Nefer?
El mundo de la infancia y la breve
adolescencia han quedado atrás, esa es
la única certeza.
Para finalizar traigo a la memoria una opinión de María Rosa Lojo quien sitúa la propuesta estética de Sara Gallardo
en una serie que incorpora a las más sobresalientes escritoras del siglo XIX:
Gorriti, Mansilla y Guerra quienes exploraron los vínculos genéricos y étnicos: mujeres y aborígenes, en el imaginario nacional.
Enero quedará como la
primera novela argentina de amor
adolescente que aborda el tema del aborto desde la perspectiva de la víctima.
María Alejandra Escudier
Un fragmento del inicio de la novela:
“Hablan de la cosecha y no saben que para entonces
ya no habrá remedio- piensa Nefer-, todos los que están aquí, y muchos
más, van a saberlo, y nadie dejará de hablar.”
La angustia le
nubla los ojos y lentamente dobla su cabeza, mientras con la mano arrea
modestos rebaños de miguitas por el hule gastado de la mesa. Su padre acaba de
decir algo sobre la cosecha y estira la mano pidiendo un repasador que enjuga
por turnos manos y bocas, y que la madre le pasa, atropellando en su prisa un
perro que aúlla y se refugia bajo su banco.
Al caminar, su sombra pasa sobre las de los comensales, que la luz de un
farol fija en los muros.
“Va a llegar el día en que mi barriga empiece a crecer”, piensa Nefer.
Joséphine Bacon es una poeta, traductora y realizadora innu, originaria de Pessamit, Canadá. Escribe en francés y en su lengua materna, el innu-aimun. Es una de las autoras más importantes de los Pueblos Originarios (les PremièresNations) de Quebec, la región francófona de Canadá. El pueblo innu es uno de los 11 pueblos originarios que existen en la región. La palabra “innu” viene de su lengua, y significa “ser humano”. Como muchas otras comunidades autóctonas, era un pueblo nómada; sin embargo, con la expansión de la explotación minera y forestal a partir de mediados del siglo XX, la mayoría fue desplazada y obligada a instalarse en pueblos o “reservas indígenas”, provocando una ruptura con sus tradiciones y su importantísimo intercambio con la naturaleza, que generó problemas como alcoholismo, drogadicción y altas tasas de suicidio. La historia de los pueblos originarios de Canadá, como la de los nuestros, está poblada de sufrimiento y de silencios impuestos por la falta de comprensión de la cultura occidental dominante y colonizadora. Hoy en día, son autores y autoras como Joséphine Bacon quienes realizan el importante trabajo de conservar y difundir la lengua, cultura y tradiciones de estos pueblos, trazando un camino de reconciliación, buscando desdibujar los estereotipos y hablar desde una voz propia y genuina sobre la riqueza de su identidad. Les invito a descubrir, en innu-aimun y en francés, la belleza de su poesía. Ana Kancelposky Teichmann