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Buena alumna. El difícil e irregular oficio de no ser

La protagonista de Buena Alumna, novela de Paula Porroni, escritora argentina radicada en Inglaterra, cuenta la historia de alguien que camina pero no avanza. No tiene nombre (si lo tiene, el lector no lo va a recordar) ni futuro aunque piense constantemente en él. El personaje, ni bien termina la enseñanza secundaria en Buenos Aires, a fuerza de insistir, logra que su familia le financie un viaje a Inglaterra, donde perfecciona primero su inglés y después estudia una carrera de grado, Historia del arte.
En pocas páginas, el relato da un salto en el tiempo y nos encontramos por segunda vez en el pueblo inglés donde cursó sus estudios. Ahora la protagonista sin nombre pretende realizar una carrera de posgrado. Por obligación, más que por afecto, mantiene contacto permanente con su madre, quien desde Argentina le envía el dinero suficiente para que pueda mantenerse. Solo le pide a cambio que escuche sus consejos, catarsis etaria mediante. “Aunque no estoy cansada, no quiero hablar con mamá.”.
Después de su intento fallido de ingresar a la Universidad X (la universidad tampoco tiene nombre), decide mudarse a Londres. Cada uno de los pasos que da no representa solo una migración geográfica sino también un desfasaje temporal. A medida que el tiempo transcurre, se va alejando progresivamente de sus compañeros de promoción y se aleja, a su vez, de su potencial ingreso a una universidad de prestigio. La vida se muestra como una fuerza independiente de sus deseos, una fuerza que la empuja hacia un destino en principio desconocido, aunque el lector no carece de indicios sobre la dirección que podría tomar.
La protagonista cierra las puertas de Buenos Aires mientras Inglaterra le va cerrando las puertas a ella. Una vez en la capital de la isla, un compañero ocasional le aporta una perspectiva un tanto desalentadora. “¿Vivís en Londres?”. “Sí”, es su respuesta. “Para mí significaría una tortura. Podría vivir en el sur de España o tal vez en Italia. Pero en Londres jamás”. De pronto, el Támesis deja de ser el Támesis, la arquitectura georgiana o victoriana pierde su belleza y Kensington, su encanto. De todos modos, si “el inglés” es “arrogante, materialista y superficial” como lo describe El serbio, Buenos Aires sigue sin ser una alternativa viable.
Del otro lado del mundo, como tantas otras veces, llegan noticias de una fuerte caída del peso y de una profundización de la crisis económica, pero ella se encuentra protegida por Inglaterra que, en el sentido económico, también es una isla. Por fin aprueba vía streaming el examen de ingreso a una politécnica de la Universidad de Leicester. La realización personal estabiliza y le da nombres a las cosas. No obstante, los rumores acerca de irregularidades en la financiación de las becas a extranjeros crecen de manera exponencial. ¿Se trata de rumores o de nuevas realidades económicas que van tomando forma y saliendo a la superficie?
Paula Porroni sabe de lo que habla porque hizo su carrera en la Universidad de Cambridge y conoce en primera persona la cadena interminable de instancias formadoras que impone el sistema universitario actual. ¿Qué sentido tiene la persecución indefinida de acreditaciones y títulos académicos? La narradora de Buena Alumna parece encontrarse dispuesta a pagar el precio de la enajenación por el solo hecho de mantenerse a distancia de su país de origen. A juzgar por la historia última de Argentina, nadie se encontraría en condiciones de contradecirla con argumentos medianamente sólidos, aunque, como lectores, nos deberíamos preguntar también si vale la pena deambular por la cinta sin fin de la burocracia universitaria. Como sostiene Mark Fisher, transitamos una época en que no estaría demás interrogarnos sobre el modelado preventivo de los deseos y su consecuente familiarización con la libido académico-burocrática.
Porroni, Paula. (2016). Buena alumna. Barcelona: Editorial Minúscula.

Rubén Dellarciprete

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