Mesita de luz | Tiempo y espacio de lectura

Diario de un cuerpo

Es el diario que un hombre empezó a escribir a los doce años, cuando sintió terror por primera vez, un hombre que registró las sorpresas de su cuerpo, “nuestro compañero de viaje, nuestra máquina de ser”, hasta los ochenta y ocho años, cuando se despidió definitivamente. Es la herencia que este padre poco físico, intelectual y distante le deja a su hija, porque la ha adorado.

En este libro de Daniel Pennac, el cuerpo se manifiesta, habla, invita a la reflexión, al recuerdo del cuerpo que crece: “He engordado diez kilos y crecido doce centímetros en un año… Mi imagen en el espejo de las duchas ¡No me reconozco! O, más exactamente, tengo la impresión de que crezco sin mí.”

Me intriga lo que va a contar cuando llegue a la edad que yo tengo ahora.

Lila Tiberi

https://www.holaebook.com/book/daniel-pennac-diario-de-un-cuerpo.html

Las mil y una noches

Instalado quizás para siempre junto al velador, hace un año y medio me acompaña el primer tomo de las Mil y Una Noches. Los otros dos bloques esperan en el estante, sin saber si llegarán a ocupar su lugar.

Una lectura de Desierto Sonoro, última novela de Valeria Luiselli

Tengo a mano una novela titulada Desierto sonoro, de Valeria Luiselli, que leí hace unos meses pero sigue cerca. Luiselli es una joven escritora mexicana que vive en Estados Unidos. Cuenta la historia de una pareja que se conoce durante un proyecto de investigación sonoro para la Universidad de Nueva York.

La única historia, Julian Barnes

«¿Preferirías amar más y sufrir más, o amar menos y sufrir menos? Creo que, en definitiva, esa es la única cuestión» Con esta reflexión el protagonista inicia la narración de esta novela, una evocación de la única historia de amor, la que importa, la suya.

Mesita de luz: releyendo Todas las almas de Javier Marías

“…pero para hablar de ellos tengo que hablar también de mí, y de mis estancia en la ciudad de Oxford. Aunque el que habla no sea el mismo que estuvo allí. Lo parece, pero no es el mismo. Si a mí mismo me llamo yo, o si utilizo un pronombre que me ha venido acompañando desde que nací y por el que algunos me recordarán, o si cuento cosas que coinciden con cosas que me atribuirían, o si llamo mi casa a la casa que antes y después ocuparon otros pero yo habité durante dos años, es sólo porque prefiero hablar en primera persona, y no porque crea que basta con la facultad de la memoria para que alguien siga siendo el mismo en diferentes tiempos y en diferentes espacios. El que aquí cuenta lo que vio y le ocurrió no es aquel que lo vio y al que le ocurrió, ni tampoco es su prolongación, ni su sombra, ni su heredero, ni su usurpador”.