Guía de encuentro | 5

Miércoles 9 de junio de 2021.

Vamos a introducirnos en este encuentro, en la Unidad 2 del programa; la misma lleva por título Las Revoluciones por la independencia en el siglo XIX. De manera particular, nos vamos a referir a uno de los temas de la unidad, como es el pensamiento social y político de Simón Bolívar. La bibliografía para este período de la historia americana es sumamente extensa. Nos limitaremos a indicar algunas lecturas ampliatorias y trabajaremos de manera particular sobre la selección y análisis de fragmentos tomados directamente de los escritos del libertador. Se considera a sus proclamas y documentos, como uno de los pilares del pensamiento latinoamericano, máxime si lo contextualizamos en el período de las guerras por la independencia en América. Su huella indeleble, junto con otros tantos prohombres y pensadores del período, está signada por el sentido y la defensa firme de la libertad de los pueblos y por la afirmación de la identidad americana. Esta noción de libertad y de identidad americana, fue acompañada por la certeza de una acción política que hiciese tangible lo anhelado por los pueblos. En este mismo sentido, se resalta en su concepción la función utópica cumplida por la categoría de integración y unidad de las naciones. (Arpini, 2010:48).

Hallamos en el pensamiento bolivariano, una perspectiva antropológica fundada en la revalorización del sujeto popular americano, que inaugura un sentido histórico de futuro novedoso para el clima de ideas políticas de la época.  (Arpini, 2010:48).

Algunos datos sobre el prócer que nos ocupa.

Su nombre completo es Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar, y nació en Caracas el 24 de julio de 1783. Pertenecía al sector social de lo Mantuanos – aquellos cuyas mujeres asistían al oficio religioso con mantillas que cubrían sus cabezas -. Socialmente su familia era descendiente de conquistadores españoles y ocupaban un lugar acomodado económicamente en el conjunto de la estructura colonial. Quedando huérfano a temprana edad, su tutela y formación estuvo en manos de su maestro Simón Rodríguez. Completó su formación en distintos viajes que realizó a Europa, en donde conoce a quien sería su esposa y con quien regresa para afincarse definitivamente en América.

De su primer período de acción política (1790 – 1804), data su vinculación con los sucesos independentista en Haití, y su afinidad en la lucha por la abolición de la esclavitud.

La ruptura con el orden colonial en la región, llevaba como presupuestos la resolución de temas como la unidad en un solo mando de lucha de los sectores que mantenían contradicciones con la Corona; la supresión del diezmo del valor total de las mercancías comercializadas en los puertos; la abolición de la servidumbre indígena y de la esclavitud.

Algunos fragmentos para analizar del libertador:

En referencia a la reafirmación de la independencia respecto del poder español, en su acto de juramento en el Monte Sacro, y ante la presencia de su maestro Simón Rodríguez, proclama:

“¡Juro delante de usted; juro por el Dios de mis padres; juro por ellos; juro por mi honor y juro por mi patria, que no daré descanso a mi brazo, ni reposo a mi alma, hasta que no haya roto las cadenas que nos oprimen por voluntad del poder español!”

En el mismo texto citado anteriormente, se ha interpretado también una autovaloración de lo americano, que pone en quiebre (Arpini, 2010:50), la propia lógica del discurso opresor europeo:

“Este pueblo (el europeo) ha dado para todo menos para la causa de la humanidad (…) para la emancipación del espíritu, para la extirpación de las preocupaciones, para el enaltecimiento del hombre y para la perfectibilidad definitiva de su razón, bien poco, por no decir nada.” (Juramento de Roma).

En su Carta de Jamaica (1815), reafirma el carácter contrario a la herencia española:

“El lazo que la unía a la España está cortado (…) lo que antes la enlazaba hoy la divide; más grande es el odio que nos ha inspirado la península, que el mar que nos separa de ella, menos difícil es unir los dos continentes, que reconciliar los espíritus de ambos países.”

Respecto del reconocimiento del sujeto histórico y su heterogeneidad, va a afirmar en su Discurso de Angostura (1819) que:

“Es imposible asignar con propiedad a que familia humana pertenecemos. La mayor parte del indígena se ha aniquilado, el europeo se ha mezclado con el americano y con el africano, y este se ha mezclado con el indio y con el europeo. Nacidos todos del seno de una misma madre, nuestros padres, diferentes en origen y en sangre, son extranjeros, y todos difieren visiblemente en la epidermis; esta desemejanza trae un relato de la mayor trascendencia.”

También, en el Discurso de Angostura, vuelve a referirse respecto de lo pernicioso del legado español:

“Uncido el pueblo americano en el triple yugo de la ignorancia, de la tiranía y del vicio no hemos podido adquirir ni saber, ni poder, ni virtud. Discípulos de tan perniciosos maestros las lecciones que hemos recibidos y los ejemplos que hemos estudiado son los más destructores.”

En el mismo discurso sentencia ante los legisladores, la empresa histórica que ante sus manos tienen, y la responsabilidad histórica de sus deliberaciones, al decir:

“No olvidéis que vais a echar los fundamentos a un pueblo naciente que podrá elevarse a la grandeza que la naturaleza le ha señalado, (…) si no acertáis, la esclavitud será el término de nuestra transformación.”

Una reflexión aparte que haremos en clase, implicaría realizar un balance entre los objetivos propuestos por el programa político bolivariano y los resultados alcanzados en el transcurso de nuestra historia como “Nación Sudamericana” (Astesano, 1986). Más allá de este ejercicio de balance a realizar, la última etapa en la vida de Simón Bolívar, parece anticipar un clima interior respecto de sus propias expectativas:

“De mis veinte años de mando en esta América solo he sacado los siguientes resultados: (…) el que sirve a una revolución ara en el mar; la única cosa que puede hacerse en América es emigrar; (…) devorados por todos los crímenes y extinguidos por la ferocidad, los europeos no se dignarán conquistarnos; si fuera posible que una parte del mundo volviera al caos primitivo, éste sería el último período de la América.” (Carta al general Juan José Flores, noviembre de 1830).

El logro de los objetivos propuestos por Bolívar, implicaban, como lo afirma en la Carta de Jamaica, la instauración de un nuevo sistema político que expresase la gesta de emancipación librada por los pueblos de América:

“Es una idea grandiosa pretender formar de todo el Mundo Nuevo una sola nación con un solo vínculo que ligue sus partes entre sí y con el todo. Ya que tiene un origen, una lengua, unas costumbres y una religión, debería, por consiguiente, tener un solo gobierno que confederase los diferentes Estados que hayan de formarse.”

Bolívar expresa como construcción futura de américa, el ideario de la Patria Grande, abriendo con ello un destino concreto de realización histórica (no utópica) de un futuro posible. Es desde esta dimensión que deberíamos debatir el presente como un pasado no realizado aún. En este sentido es que se puede afirmar que el discurso bolivariano rompe con los universales ideológicos de Europa. Basta para comprobar lo dicho, lo analizado sobre Hegel en el texto de Alcira Argumedo que trabajamos en el encuentro pasado.

El libro que estamos tomando como referencia para esta presentación Diversidad e integración en Nuestra América de Adriana Arpini y Clara Jalif de Bertanou, formula un interrogante que creo oportuno transcribirlo para un posterior debate áulico:

“¿Cómo asumir en el presente el legado de Bolívar y de otros que como él emprendieron la travesía utópica de construir repúblicas libres? (Arpini, 2010: 56).

El final del Discurso de Angostura quizás nos oriente desde la interpelación que Bolívar formulara a los legisladores reunidos …

“Ya la veo sentada sobre el trono de la libertad, empuñando el cetro de la justicia, coronada por la gloria, mostrar al mundo antiguo la majestad del mundo moderno (…)

Un gobierno que haga reinar la inocencia, la humanidad y la paz. Un gobierno que haga triunfar bajo el imperio de leyes inexorables, la igualdad y la libertad. Señor, empezad vuestras funciones, yo he terminado las mías.”

También José de San Martín, además de su inmensa gesta libertadora de América, sentó bases en la conformación de un pensamiento “Nuestro – americano -.”

Emigró junto a su padre a España, en 1783 a los seis años de edad. En 1785, ingresó al Seminario de Nobles en Madrid, en donde recibió una sólida formación en distintas disciplinas. Ante la invasión a España por parte de Napoleón Bonaparte en 1808, participó de la resistencia del pueblo español, alistándose como teniente coronel del Regimiento de Caballería de Borbón. Retorna a la Patria San Martín en el año 1812, en donde por orden del Triunvirato crea el Regimiento de Granaderos a Caballo. Más tarde en Mendoza creará el Ejército de los Andes. Fue también activo instigador de la Logia Lautaro cuya finalidad era el trabajo en pos de la independencia americana.

Si bien tanto Bolívar como San Martín fueron depositarios de una formación teórica encuadrada en la Ilustración de su época, supieron ambos marcar una alteridad diferenciadora basada en el rescate y la reivindicación del “ser americano.”

San Martín además de su genio militar puesto al servicio de la causa americana, como lo demostrado en Chile y en el Perú, sintetizó en su pensamiento y discurso los valores de la libertad y los principios morales como garantes de la unidad y emancipación de los pueblos. Víctima de la incomprensión por parte de las élites gobernantes de Buenos Aires, partirá hacia su exilio en Francia en el año 1824. Previamente en Guayaquil, el 26 y 27 de agosto del 1822, tuvo el encuentro a puertas cerradas con Simón Bolívar, con quien analiza los destinos de la Revolución en América.

La historiografía cita pasajes del decir y del pensar sanmartiniano, que forman parte ya del acervo de ideas latinoamericanas. En su proclama ante el Ejército de los Andes, en Mendoza, en el año 1819 afirma:

“Seamos libres y lo demás no importa nada. Yo y vuestros oficiales daremos el ejemplo en las privaciones y los trabajos. La muerte es mejor que ser esclavos de los maturrangos.”  

En carta a Estanislao López, en el año 1819, expresaba:

“Unámonos, paisano mío, para batir a los maturrangos que nos amenazan: divididos seremos esclavos, unidos estoy seguro que los batiremos. Hagamos un esfuerzo de patriotismo, depongamos resentimientos particulares y concluyamos nuestra obra con honor (…) El verdadero patriotismo, en mi opinión, consiste en hacer sacrificios; hagámoslos y la patria sin duda alguna es libre, de lo contrario seremos amarrados al carro de la esclavitud.”

En su Proclama a los habitantes de las provincias del Río de la Plata, fechada en la ciudad de Valparaíso, el 22 de julio de 1820, San Martín da cuenta de la campaña de desprestigio llevada adelante por sectores de Buenos Aires que querían sumar sus milicias en luchas internas de orden político:

“Compatriotas: yo os digo con el profundo sentimiento que causa la perspectiva de vuestras desgracias; vosotros me habéis acriminado aun de no haber contribuido a aumentarlas, porque este habría sido el resultado si yo hubiera tomado una parte activa en la guerra contra los federalistas: mi ejército era el único que conservaba su moral, y me exponía a perderla abriendo una campaña en que el ejemplo de la licencia ahumase mis tropas contra el orden. En tal caso era preciso renunciar a la empresa de liberar a Perú, y suponiendo que la de las armas me hubiera sido favorable en la guerra civil, yo habría tenido que llorar la victoria con los mismos vencidos. No, el general San Martín jamás derramará la sangre de sus compatriotas, y solo desenvainará la espada contra los enemigos de la independencia de Sudamérica.”

Las vidas y gestas por la independencia de José de San Martín y de Simón Bolívar, fueron motivo de inspiración del gran poeta cubano José Martí. Este poeta y héroe de la independencia cubana definió a los americanos como “los hijos de la espada” (Martí, 1961:24).

En referencia a Simón Bolívar, proyecta su figura más allá de la muerte cuando exclama:

“¡Pero así está Bolívar en el cielo de América, vigilante y ceñudo, sentado aún en la roca de crear, con el Inca al lado y el haz de banderas a sus pies; así está él, calzadas aún las botas de campaña, porque lo que él no dejó hecho, sin hacer está hasta hoy: porque Bolívar tiene que hacer en América todavía!” (Martí, 1961:24)

Vemos en el rescate de Martí, no a un Bolívar derrotado en su utopía, sino a través de él, a un pueblo que retoma su tarea inconclusa en América. Inaugura el pensamiento bolivariano el ideario de un programa político de unidad continental.

Completa Martí la semblanza del héroe americano con la siguiente descripción:

“… por los rincones todos de la tierra, los americanos están peleando por la libertad. Unos cabalgan por el llano y caen al choque enemigo como luces que se apagan en el montón de sus monturas; otros rienda al diente, nadan, con la banderola a flor de agua, por el río crecido; otros, como selva que echa a andar, vienen costilla a costilla, con las lanzas por sobre las cabezas, otros trepan un volcán, y le clavan en el belfo encendido la bandera libertadora. Pero ninguno es más bello que un hombre de frente montuosa, de mirada que le ha comido el rostro, de capa que le aletea sobre el potro volador, de busto inmóvil en la lluvia de fuego o la tormenta, de espada a cuya luz vencen cinco naciones.”

Visto este período de las luchas por la independencia americana durante el siglo XIX, sus batallas y procesos, fueron momentos en los cuales los americanos desafiaron la autoridad del gobierno central de España, proclamando sus derechos en el gobierno de sus propios asuntos públicos. Fue el nacimiento de los actuales Estados Nacionales en el sur continental, y se trató sin lugar a dudas de un proceso complejo de avances y retrocesos. Basta considerar en el caso del Río de la Plata, las posiciones encontradas frente a los sucesos revolucionarios de 1810, y el tiempo transcurrido en la suma de voluntades políticas que determinaron la proclamación de nuestra independencia en el año 1816.

De manera concomitante, España sufrió el desgaste producto de la guerra contra Francia tras la invasión de Napoleón a la Península Ibérica. Luego del desplazamiento de los Borbones, y más allá de la restitución a la corona de Fernando VII en 1814, el vínculo entre América y la metrópoli, ya no volverá a ser reestablecido. San Martín ingresa en Chile en 1817, e invade la costa del Perú en 1820. Desde el norte, Bolívar funda la República de Colombia en 1819. Luego del encuentro de Guayaquil entre los dos libertadores, Bolívar consolida la gesta americana imponiendo su control político en Bolivia (1825) y en el Perú (1826). Para el año 1822, Nueva España se conformará como la nueva República de México. Los márgenes de la Revolución Americana se ampliaban al costo de inmensos sacrificios humanos y económicos.

Los estudios americanos son coincidentes en sus análisis al señalar que en el proceso de la caída de la Corona Española y el surgimiento de las nuevas nacionalidades convergen distintos factores: el surgimiento de los nuevos imperialismos; el fortalecimiento de la identidad americana; el fuerte sesgo patriótico de los pueblos involucrados en las luchas; las nuevas ideas iluministas y las contradicciones de sectores al interior de la sociedad colonial. (Mc. Farlane, 2009:34)

Prof. Juan José Esteves.

Finalmente, les encomendamos la visita, dentro de este blog, a los siguientes «bloques de contenidos» de Bolívar y Martí, pertenecientes a la unidad que dimos inicio en esta guía de encuentro; a fin de realizar las lecturas y el visionado de los audiovisuales. También compartimos, de forma gráfica y a modo de devolución, algunos de los conceptos por ustedes propuestos en las últimas clases teóricas.

Referencias bibliográficas:

Arpini, Adriana y Jalif de Bertanou, Clara (directoras); Diversidad e integración en Nuestra América. Buenos Aires, Biblos, 2010.

Astesano, Eduardo; La Nación Sudamericana. Indianidad, Negritud, Latinidad. Buenos Aires, Temática, 1986.

Bolívar, Simón; Carta de Jamaica (citado en el programa de la asignatura).

Bolívar, Simón; Discurso de Angostura (citado en el programa de la asignatura)

Jacobsen, Alfredo, “Bolívar, Martí y Nuestra América”, en: VVAA; La Patria es América. CABA, Ediciones Madres de Plaza de Mayo,2011.

Martí, José; Bolívar, Washington, San Martín y otros temas. La Habana, Mirador, 1961.

McFarlane, Anthony; “La caída de la monarquía española y la independencia hispanoamericana.”, en: Palacio, Marco (coordinador); Las independencias hispanoamericanas. Interpretaciones 200 años después. Bogotá; Norma, 2009.