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La importancia de publicar artículos científicos – Parte 3

Características de una buena publicación científica. Aspectos formales.

Por Silvia C. Enríquez

A continuación, los requisitos que nuestros artículos deben cumplir desde el punto de vista formal. 

La organización y el lenguaje de un texto son el vehículo de nuestras ideas, y es por esto que deben ser cuidados. Es fundamental, antes de comenzar a escribir, averiguar qué publicaciones existen en nuestra disciplina y cuáles son sus características, a fin de seleccionar la más adecuada para nuestro trabajo y, a la vez, ajustar nuestro manuscrito a sus requisitos de formato y contenido.

Aunque existe la posibilidad de publicar textos sin revisión ni aprobación previas, es habitual que las editoriales evalúen los artículos que se les envían. En esos casos, se solicita una copia del manuscrito sin datos que identifiquen a quien(es) los escribieron, para que uno o dos especialistas en el tema den su opinión sobre la calidad y pertinencia de su contenido. Es frecuente que los evaluadores sugieran correcciones que llevarán a nuevas revisiones. Este proceso puede durar meses, pero no hay que desalentarse porque lo señalado por estas personas suele ser una experiencia de aprendizaje muy enriquecedora, que nos garantiza un mejor resultado final. Aun si hubiera razones para recomendar que algún texto no se publique, es importante atesorar los comentarios que nos hayan hecho, que debemos ver como una oportunidad de mejoramiento de nuestra comprensión que nos permitirá hacerlo mejor en el futuro.

Publicar un texto evaluado por uno o más evaluadores o un comité editorial significa que estas personas consideraron que nuestro texto académico (ya sea artículo, capítulo, libro u otros) merece la atención de nuestros colegas. Esto es bueno para nuestros antecedentes profesionales y también aumenta el prestigio de las instituciones en las que trabajamos.

Presentación clara del tema de la investigación o la hipótesis

Los artículos de cada disciplina tienen una organización bastante estandarizada que ya conocen quienes se especializan en ese campo. Las editoriales suelen describirla de modo explícito y, normalmente, incluye apartados tales como tema, hipótesis, metodología de trabajo, discusión o análisis de los resultados y conclusiones, entre otras. Debido a su previsibilidad, esta organización contribuye a la claridad y facilita la comprensión de las ideas. Sobre todo, es importante enunciar con claridad el tema o hipótesis de nuestra investigación, ya que no dejar esto claro significará que quienes nos lean no tendrán certeza de la finalidad de nuestro análisis.

Claridad y coherencia en la escritura

El lenguaje académico debe ser, en cualquier disciplina, siempre claro y preciso. Para ello, en primer lugar, es imprescindible conocer y emplear sistemáticamente los términos habituales para nombrar los conceptos de cada disciplina, ya que ninguna otra palabra denota con la misma claridad aquello de lo que hablamos. El uso de otros términos haría que nuestras ideas resulten confusas y poco precisas. Un texto académico debe ser siempre directo y fáctico, sin ornamentos, y su lenguaje debe ser también lo más conciso posible. Es decir, se deben emplear expresiones claras y directas y evitar el lenguaje ampuloso y las expresiones innecesariamente largas.

La coherencia es, sobre todo, conexión lógica entre las ideas. Se alcanza, en primer lugar, mediante el análisis completo y sistemático de la información que vamos a presentar, y se la mejora mediante la relectura constante de nuestro manuscrito, para asegurarnos de que no dejamos cabos sueltos ni nos referimos a las mismas ideas en términos diferentes que no permitan ver su relación.

Citas y referencias bibliográficas

Se debe consignar escrupulosamente toda la bibliografía a la que hacemos referencia cada vez que sea empleada en nuestro texto, para que quienes nos lean sepan qué fuentes utilizamos y puedan consultarlas para ampliar sus conocimientos o comprobar la veracidad de nuestras afirmaciones. Además, citar contribuye a dejar claro que no hemos cometido plagio, un delito que sería razón suficiente para que nuestro trabajo sea rechazado.

Deberemos conocer qué estilo de citas emplea cada publicación y seguirlo con detalle. Un “secreto del oficio”: es aconsejable tomar nota inmediatamente de los datos de la bibliografía que estamos empleando, para asegurarnos de no deber buscarlos nuevamente. También es conveniente aprender a usar herramientas para la gestión de citas bibliográficas, ya que ahorran mucho tiempo. Las hay en línea pero, además, cualquier procesador de texto cuenta con ellas. 

Espero que estos artículos no hayan dado la impresión de que la escritura de un texto académico es una tarea sumamente difícil ya que, en realidad, nuestros estudios de grado nos dieron parte de estas herramientas, y mucho de lo expresado arriba representa cuestiones de sentido común que, seguramente, ya hemos considerado. 

Publicar nuestro primer trabajo es sumamente gratificante y cada nueva publicación es, también, un nuevo logro. Esto, además del hecho de saber que nuestro trabajo se puede transformar en conocimiento compartido con nuestros colegas, es lo que le da sentido al esfuerzo de escribir lo que sabemos y hacemos.

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