La autoría múltiple y la autoría injustificada en los artículos científicos

La autoría múltiple y la injustificada se presentan en la actualidad, con una gran frecuencia en todo el mundo, y están ocasionando una serie de trastornos económicos y éticos en el campo de las publicaciones científicas.

Hubo un tiempo en el que la mayor parte de los artículos científicos aparecían firmados por un autor. En cambio, un número crecido un de autores es la regla más que la excepción. El fenómeno de la autoría múltiple empezó a cobrar impulso en los años 50 y se explica en gran medida por el crecimiento natural de la ciencia, por su progresiva complejidad y por el aumento de la investigación en equipo y multidisciplinaria. Sin embargo, a veces el número de autores es desproporcionadamente grande en relación con el contenido intelectual del artículo y con el tipo de investigación efectuada.

La autoría múltiple sobrecarga del sistema de diseminación de la información científica y a veces sirve de parapeto en la concesión indebida de crédito del autor. Por tanto, no debe permitirse más que en caso estrictamente necesario. La autoría injustificada relaja la conducta ética de la comunidad científica, mengua el valor de la autoría y degrada el artículo científico a la condición de mercancía.

En consecuencia no debe tolerarse bajo ninguna circunstancia. Ambos problemas son muy frecuentes y ocurren en todas partes. Para resolverlos, los investigadores y las instituciones a que pertenecen deben realizar críticamente sus prácticas con respecto a la autoría, guiándose por normas éticas como las emitidas por el Comité Internacional de Directores de Revistas Médicas. Es preciso hallar soluciones dirigidas contra las causas fundamentales y que coadyuven a desterrar del medio científico las presiones agobiantes que se resumen en la famosa disyuntiva de “publicar o perecer”.

No existe un límite neto y que permita distinguir los artículos número “aceptable” de autores de aquellos con un número “excesivo”. En otras palabras, la autoría múltiple representa más bien un concepto relativo.

Cabe preguntarse, entonces, si esta tendencia a la multiautoria se acompaña de un mejoramiento de la calidad del contenido de los artículos. Hay quien opina que, por desgracia, no es así; incluso, en muchos casos podría existir una relación inversamente proporcional entre el número de autores y dicha calidad. Se ha comprobado, por ejemplo, que el aumento del número de autores no acrecienta la frecuencia con que el artículo es citado, la cual constituye una medida de aceptación por parte de la comunidad científica.

En contraposición, la autoría injustificada es la costumbre de incluir como autores a personas cuya contribución al artículo es mínima o nula. La autoría incompleta consiste en negarle el crédito de autor a una persona que es responsable de la parte decisiva del contenido intelectual del artículo. Ambas constituyen la llamada autoría irresponsable. Entre las diversas infracciones a la ética que se cometen en el campo de las publicaciones científicas, la autoría irresponsable es menos llamativa y espectacular que el fraude, pero puede resultar más dañina porque está muy difundida y no se presta suficiente atención.

La actitud de quienes incurran en la autoría injustificada oscila entre la ignorancia o la confusión genuina, sin mala fe, y la franca deshonestidad. No pueden excluirse el egocentrismo y el autobombo como factores contribuyentes esto puede comprobarse en la somera descripción que enseguida se hacen de las formas más comunes que adopta esta falta de ética.

 Manifestaciones

  • Es un secreto a voces que muchos directores de instituciones y jefes de departamento imponen sistemáticamente nombre en todos los trabajos escritos de sus subordinados aunque no hayan participado o lo hayan hecho marginalmente en la investigación correspondiente. Según Chernin, citado por Kronick, esto equivale al derecho de pernada de los señores feudales.
  • En una variante del caso anterior, algunos jefes llegan al extremo comisionado la redacción de un artículo a sus subordinados y luego se apropian tranquilamente de una parte de la autoría, si no es que dé toda.
  • El reverso de la medalla está representado por los investigadores novicios que escriben un artículo e injustificadamente agregan a la lista de autores el nombre de algún superior o colega mejor situado ellos porque: a) quieren adularlo y granjearse su favor, o b) tienen esperanza de que la inclusión de un hombre conocido acrecienten las posibilidades de publicación del manuscrito. Como dice el refrán “el que a buen árbol se arrima…”
  • Hay veces que el honor de la autoría se conserven sin fundamento a un investigador, con la idea de recompensarlo o estimularlo.
  • En ocasiones se forman grupos de profesionales que celebran una especie de pacto, por virtud del cual, si alguno de ellos escribe un artículo, automáticamente agrega el nombre de los demás como autores aunque éstos no hayan intervenido el trabajo. Puede ser tremendo el efecto multiplicador de la bibliografía personal derivado de esta práctica que podría reclamar para sí el lema de los Tres Mosqueteros: “Uno para todos y todos para uno”.
  • En ciertas circunstancias, los autores verdaderos se ven presionados a incluir el nombre de personas que se limitaron a proporcionar ciertas orientaciones técnicas que no justificar la autoría tal es el caso de los radiólogos, patólogos, fisiólogos, bioquímicos, estadísticos, y otros profesionales que a veces exigen el crédito de autores por el simple hecho de haber dado un consejo sin detenerse a analizar si este fue verdaderamente importante decisivo en el desarrollo del trabajo.
  • El hecho de que en un informe de caso acerca de la más sencilla observación aparezca una ristra de nombres sienta un mal precedente y representa una fuerte tentación para que otros investigadores, siguiendo el mal ejemplo, pongan en sus artículos más autores de lo debido.
  • Incluso, a quienes conceden la autoría para halagar, y de paso ayudar a la novia, el conyugue, un amigo o alguna otra persona con quien le unen lazos afectivos. Es decir, la autoría se emplea en forma indebida para saldar deudas o solicitar favores que no son forzosamente de carácter científico.
  • Muchas veces la autoría injustificada se produce imprevistamente por ignorancia, pues los investigadores agregan nombres a la lista de autores sin ton ni son, sin saber que existen criterios y normas para hacerlo, tales como los que se describen más adelante.
  • Por último, sea cual fuere la forma adoptada, la autoría espuria opera a veces bajo el amparo de “tradición” mal entendida: simplemente, así se acostumbra en un lugar determinado y nadie, por conveniencia o por temor a represalias, lo pone en tela de juicio.

No está de más recalcar que toda usurpación de la autoría es éticamente inaceptable y que quien comete este tipo de infracción debería hacerse acreedor, por lo menos a una sanción moral por parte de sus colegas.

Consecuencias

La autoría injustificada lleva implícitas, por lo menos, dos faltas de ética: solicitar o aceptar crédito por algo que uno no ha hecho y utilizar ese crédito mal habido para obtener algún provecho. Tal vez la peor de las repercusiones de este abuso sea que, junto con el plagio, el fraude, la costumbre de escamotearle el crédito debido al trabajo y las ideas de otros, la publicación múltiple, la publicación fragmentaria y otros vicios semejantes cada vez más difundidos, está contribuyendo a minar los cimientos éticos de la comunidad académica.

Pero la autoría injustificada no sólo empaña la labor de los autores genuinos, sino que puede volverse en contra de quienes la perpetran. En ocasiones, quien lee un artículo se percata de que las personas que lo firma hicieron trampa al conceder la autoría. En tal caso, puede soportar también la hicieron pero en otras partes del documento o de la investigación que éste da a conocer.

Hay algo que debe quedar muy claro: la autoría no es sólo una recompensa y un estímulo para el investigador que trabaja honradamente, sino también entraña grandes responsabilidades. Éstas tienen que ver con el contenido del artículo, con la reputación de los autores y de la institución que representa y, en última instancia, con la integridad de la ciencia.

Conclusiones

No se puede negar que la autoría múltiple es un fenómeno importante que se observa con gran frecuencia en las publicaciones científicas contemporáneas. Sin embargo, debe limitarse a los casos estrictamente necesarios y con plena justificación; por ejemplo, los estudios en colaboración y los ensayos clínicos multiinstitucionales.

Por su parte, la autoría injustificada en la expresión más común de la autoría irres-ponsable y actualmente está muy difundida. Representa una de las numerosas con-secuencias negativas de la obsesión por publicar a toda costa, la cual está socavando a grandes pasos los fundamentos éticos en que debe basarse la investigación científica.

La gente de ciencia, en forma individual y colectiva, debe detenerse a revisar críti-camente su actitud con respecto a la autoría y reconocer que existen límites que no deben ser traspasados. Hay que pugnar por restituirle a la autoría su valor originario de reconocimiento honroso a la contribución intelectual creativa. Al mismo tiempo, el artículo científico debe estar al servicio exclusivo de la ciencia, no de los intereses personales de nadie.

Nota de redacción: Esta entrada ha sido elaborada extractando partes del trabajo de Gustavo Silva, publicado en: Publicación Científica: aspectos metodológicos, éticos y prácticos en Ciencias de la Salud. Organización Panamericana de la Salud. Publicación Científica 550. Pág. 73 -82. 1994. Si desea acceder al artículo completo ingrese en el siguiente ENLACE.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *