Seguimiento Farmacoterapéutico en Argentina: experiencia en farmacia comunitaria

“Primum non nocere”.
Hipócrates de Cos, 460 – 377 a.C.

El Seguimiento Farmacoterapéutico es parte de la Atención Farmacéutica, concepto que involucra al farmacéutico como responsable del tratamiento farmacológico del paciente y como una parte fundamental en la satisfacción de sus necesidades.

Lo que en ciertas ocasiones interfiere con la evolución deseada es la falta de información y seguimiento recibida por parte del profesional prescriptor. Esto suele ocurrir principalmente (aunque no siempre) entre los adultos mayores polimedicados debido a la dificultad para acordar una cita con el médico y a las demás adversidades planteadas en mi anterior nota, publicada en este blog, “Atención Farmacéutica: ¿Hacia dónde vamos?”.

Estas problemáticas quedan expuestas en la farmacia oficinal, en el momento en que el paciente concurre a retirar su medicación. Partiendo de esta situación, el farmacéutico es capaz de intervenir y accionar brindando apoyo asistencial, lo que le da otro carácter a la farmacia de la comunidad.

Por un lado, puede actuar en el momento de la dispensa, brindando información acerca de la acción del fármaco que está siendo solicitado, de su posología, efectos indeseables, interacciones, etc., así como también en la resolución de cualquier inquietud que se presente (incluso si no se solicita la ayuda expresamente). La educación sanitaria es, también en este aspecto, sumamente importante ya que son estas acciones cotidianas las que finalmente facilitan el acercamiento y logran afianzar el vínculo.

Otro punto de intervención se da en aquellos casos en los que el paciente expresa tener algún problema relacionado con los medicamentos (PRM), requiere de un seguimiento más exhaustivo o de mayor confidencialidad, o cuando no se cuenta con el tiempo suficiente para brindar información desde el mostrador. En estos casos, se puede acordar una entrevista personalizada con el objetivo de detectar, prevenir y resolver los PRM mediante un proceso de asistencia al paciente. Éste involucra una serie de pasos en los que se recopila información para llegar a una resolución.

Si bien la experiencia de dos meses fue llevada a cabo en una farmacia de barrio, donde existe una mayor cercanía y relación farmacéutico-paciente, así como también un mayor porcentaje de pacientes fieles, rápidamente se generó un fenómeno de difusión de boca en boca que terminó involucrando a pacientes no habituales de la farmacia. En otras palabras, personas que no concurren a retirar su medicación al establecimiento, pero que se acercaron, atraídos por la novedosa prestación, buscando satisfacer una necesidad no satisfecha.

En el marco de distanciamiento social, las entrevistas se realizaron mediante comu-nicación telefónica. En primer lugar, se realizó un análisis de situación y se elaboró el perfil farmacoterapéutico de cada persona, se evaluaron el grado de cumplimiento y la incidencia de los hábitos de vida en el tratamiento farmacológico. Los datos recolectados se volcaron en una ficha confeccionada para este fin, que incluía nombre, edad, sexo, ocupación, antecedentes familiares, reacciones adversas a medicamentos/alergias/intolerancias y otros factores de interés que pudieran incidir sobre el estado de salud del paciente o sobre su tratamiento (datos sobre el peso, operaciones, enfermedades crónicas, función renal, función hepática, etc.).

Posteriormente, y habiendo finalizado la entrevista, se evaluaron el perfil farmaco-terapéutico, los efectos indeseables de cada uno de los medicamentos en las dosis administradas y sus posibles interacciones. También se estudió la posibilidad de que existiera una pérdida de efectividad.

Después del análisis individual de cada uno de los casos clínicos recopilados se llegó a una resolución que se informó mediante una segunda comunicación en la que además se establecieron las pautas para alcanzar los objetivos terapéuticos, resolver los problemas existentes y prevenirlos en un futuro. Finalmente, se realizó una evaluación del seguimiento en la que se registró la evolución del paciente y su progresión hacia la consecución de sus objetivos.

En cada caso, la intervención fue diferente. En ocasiones, se recomendó la visita al médico para que evalúe el inicio de un nuevo tratamiento, un ajuste de dosis o la suspensión de una determinada medicación, entre otras medidas pertinentes. Otras recomendaciones incluyeron mejorar la organización de la toma de la medicación y realizar una notificación de los efectos adversos presentados a la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) a través de un reporte de Farmacovigilancia.

Se consideraron resueltos aquellos casos en los que las medidas informadas a través de la intervención fueron efectivas en la eliminación/reducción de los problemas existentes y sus riesgos.

Si bien requiere tiempo estudiar un número considerable de pacientes, en más de la mitad de los casos analizados se observó una evolución del paciente hacia los objetivos terapéuticos planteados al inicio del estudio. Por esta razón, la asistencia farmacéutica personalizada resultaría efectiva en la reducción de los PRM asociados a los tratamientos farmacológicos.

La principal dificultad presentada con respecto al diseño de la investigación es que no se puede asegurar que los cambios apreciados sean debidos a la propia intervención o a otros factores no controlados. Éstos podrían ser respuestas inducidas por el conocimiento de los participantes que saben que están siendo estudiados, causas de la mejoría observada no derivadas de la intervención, otras intervenciones, entre otros.

Sin embargo, resulta curioso y de gran interés el incremento de potencial asistencial que se observó a lo largo de los meses, a pesar de haberse registrado una pequeña tasa de abandonos. No obstante, aún más llamativo resulta el hecho de que ésta fue superada por la tasa de pacientes solicitantes del nuevo servicio.

En un principio, la clave está en animarse a ofrecerlo, fundamentalmente acercándonos desde la escucha activa y el establecimiento de un intercambio, independien-temente de la demanda. Se sorprenderán al ver el impacto que genera.

Por otro lado, estos resultados invitan a continuar incursionando en este terreno que, prácticamente, no ha sido muy explorado en nuestra región e instan a perpetuar tanto el trabajo como la investigación, no sólo como farmacéuticos sino también en colaboración con otros colegas sanitarios con los que nos une el arte de curar y de abogar por la salud y por la vida; fundamentalmente, desde el principio de primero no dañar.

APS en pandemia ¿freno o despegue?

Autora: Abril Maistruarena

“¿Qué sería de la vida si no tuviéramos el valor de intentar algo nuevo?”

Vincent Van Gogh

Con la declaración de la emergencia sanitaria el 12 de marzo de 2020 todos vimos nuestros ámbitos laborales modificarse categóricamente. En lo que a salud respecta hubo sectores que tuvieron que fortalecer la presencialidad y otros que pasaron a lo virtual. Este pase a la virtualidad debió darse sin desmedro de la calidad de la atención, y los servicios farmacéuticos no podían quedar excluidos.

En muchos lugares del mundo, la atención farmacéutica se reinventó hacia la Telefarmacia y la dispensa a distancia, soportada por estrategias de envío a domicilio o cercanías.

Según la American Society of Health-System Pharmacists, la Telefarmacia es la estrategia utilizada en las farmacias en las cuales el profesional utiliza tecnologías de la comunicación para supervisar aspectos operativos o proveer servicios al paciente. Desde revisión de terapéuticas, información de medicamentos hasta decisiones de soporte y consejería para el paciente. Si bien esta definición puede parecer amplia y vaga, llevada a la práctica resulta bastante intuitivo el hacer. Está claro que las tecnologías que pueda proponer una sociedad americana pueden estar muy alejadas de la realidad argentina, ya sea en las capitales como en el interior, y especialmente en el ámbito público.

En la ciudad de Tandil, el sistema de salud está formado por un Sistema Integrado de Salud Pública (SISP), y dos efectores privados. Dentro del SISP, durante el primer año de pandemia fueron 4 profesionales farmacéuticas al frente de diferentes servicios, trabajando para llevar adelante los mismos con todos los cambios que implicaba una situación de pandemia. En lo que a atención primaria de la salud respecta, el hospital tomó la decisión de descentralizar la dispensa de medicación de los pacientes ambulatorios, que se estaba realizando sobre todo desde la farmacia del Hospital, con apoyo de botiquines de Remediar en los efectores periféricos, es decir los Centros de Atención Primaria de la Salud.

Esta descentralización, implicó que las personas ya no se acercaran a la farmacia del hospital sino que tuvieran su tratamiento disponible en los diferentes centros de salud de la ciudad (alrededor de 20), y en algunos casos de pacientes de muy alto riesgo directamente en sus casas.

Ahora, es muy fácil decirlo. Pero ¿cómo se logra que un paciente a 5, 10 km de la farmacia (incluso más) reciba el tratamiento que le corresponde, con la menor posibilidad de error, sin acudir a la farmacia? Telefarmacia. Otra vez, muy fácil decirlo. En el momento no sabíamos que lo que estábamos haciendo tenía un nombre.

En principio, la descentralización se inició recibiendo las recetas digitales, esto es, enviadas por mail. Paciente, Historia clínica, medicación. Cada receta era preparada y etiquetada con todos los datos para su posterior distribución a los efectores. Con 20 centros de salud y más de 120 mil habitantes, de los cuales 30% no tiene cobertura de obra social y/o prepaga, es rápida la cuenta para saber que la afluencia de pacientes a la farmacia es grande para poder cubrir casi toda la demanda por vía digital. Es por eso que fue necesario pasar a la receta electrónica, es decir vía historia clínica electrónica la receta se cargaba en sistema por el prescriptor, siendo posible su preparación y validación desde farmacia. Similar a lo que ocurre con el PAMI (INSSJP).

Esta validación digital en un principio, electrónica meses después, nos llevó a establecer una estrecha comunicación con los equipos de salud de los centros en los barrios. Pero también en ocasiones a comunicarnos con los pacientes directamente. Por teléfono, por mail, por whatsapp, todos los canales resultaron de ayuda en diferentes instancias. Fue así que en muchos casos hubo profesionales de la salud que conocieron la actividad de un farmacéutico clínico por primera vez. En la mayoría de los casos siendo bien recibidas las inquietudes, sugerencias y comunicaciones, en otros teniendo que trabajar sobre la relación de equipo y los objetivos buscados.

Hubo pacientes de muy alto riesgo (inmunodeprimidos por cualquier causa, diferentes enfermedades de base, falta de movilidad propia) que ingresaron en el programa de dispensa a domicilio. Allí era responsabilidad del mismo paciente comunicarse con nuestro servicio con el tiempo suficiente de solicitar la gestión de su receta al prescriptor correspondiente y el envío de la medicación. Estos pacientes se volvieron asiduos en el teléfono, llegando a reconocernos por la voz, a alegrarse cuando nos reencontrábamos al mes siguiente en el llamado, a enviarnos chocolates en agradecimiento. Este programa fue posible ya que hubo prescriptores que se encargaron de realizar las recetas electrónicas desde su casa, generalmente, ya que en su mayoría se trató de personal que se encontraba dispensado por ser de riesgo, pero que siguió colaborando con el sistema desde su hogar. Además la Cruz Roja colaboró con sus voluntarios para hacer los envíos a los domicilios, generalmente en horarios por la tarde y al terminar sus jornadas laborales.

Es así que aprendimos habilidades comunicacionales a distancia, a trabajar aún sin conocernos las caras y a ser un equipo aún desde la virtualidad. La pandemia nos enseñó a este equipo de farmacéuticas que siempre es posible innovar y reinventarse, aún en condiciones poco amigables, para que el paciente reciba el mejor servicio farmacéutico posible. Además el crecimiento se dio hacia adentro del SISP, aumentando la confianza de los directivos en los servicios y en la calidad profesional.

En nuestra ciudad la Atención Primaria de la Salud se vio “favorecida” por la pandemia: el camino iniciado en el 2020 derivó en la creación de un cargo de farmacéutico exclusivamente para el área desde el 2021. Es que cuando un servicio se ofrece, una demanda se genera y el equipo de salud valora la presencia de un nuevo profesional.

Nota sobre la autora: Farmacéutica que desempeña su actividad en la ciudad de Tandil y colaboradora de la cátedra de Practicas Farmacéuticas de la Carrera de Farmacia. Facultad de Ciencias Exactas. Universidad Nacional de La Plata.